La hoja de psicodrama nº 70

LA MEMORIA DE LA INTIMIDAD: LA “OTREDAD” DEL RECUERDO
Caballero Jiménez, A.J.
Fecha de recepción: 30/04/2020.
Fecha de aprobación: 29/05/2020
LA HOJA DE PSICODRAMA Nº 70 (60-69)

Resumen

En los tiempos actuales caracterizados por la competitividad y la soledad, la hiperproducción semiótica y las ´patologías de la hiperexpresión´, urge seguir convocando la creatividad y la espontaneidad que generen encuentros. Presentamos una propuesta teórica y una experiencia de grupos situada en el ´locus benjaminiano´, donde el pasado de ´lo pequeño´ no es nunca una cuestión clausurada sino una dimensión que en el presente tiene la posibilidad de actualizarse. A continuación, a través de la práctica del psicodrama y el sociodrama y desde los presupuestos de Bachelard, haremos un recorrido con la imaginación poética por las casas natales, las casas del porvenir y las casas oníricas.

Abstract

In the current times characterized by competitiveness and loneliness, semiotic hyperproduction and ´hyperexpression pathologies´, it is urgent to continue calling for creativity and spontaneity that generate encounters. We present a theoretical proposal and a group experience situated in the ‘Benjaminian locus’, where the past of ‘the small’ is never a closed question but rather a dimension that at present has the possibility of being updated. Next, through the practice of psychodrama and sociodrama and from Bachelard’s presuppositions, we will make a tour with the poetic imagination of the native houses, the houses of the future and the dream houses.

 

La memoria de la intimidad: la “otredad” del recuerdo

INTRODUCCIÓN

No es fácil decirme en medio de tantas soledades.

Partimos de la constatación de que la soledad es la plaga del siglo XXI, tal y como escribía Vicente Verdú, ya en 2007. Creemos que no se puede decir yo sino es a través del yo soy, y como escribiera Juan C. Rodríguez (2012), este yo soy está producido y condicionado por una serie de marcas visibles e invisibles en las que hoy reconocemos como ejes, el culto al cuerpo, la competitividad y la lucha del uno contra uno. O también, como dice Elina Matoso en su artículo Saturno en el siglo XXI. Otros tiempos hacen cuerpo: “Ya no hay hombre de carne tangible y alma sublime, hay un cyborg, un sujeto que ha logrado inmolarse a la vertiginosidad cronométrica”. Por ello, quizá conviene recordar que para Moreno los robots no pueden producir ninguna espontaneidad. Sin embargo, el psicodrama ayuda a crear espacios donde las personas y los grupos puedan acercarse a una mayor conciencia y una relación con el mundo basada en la confianza, la libertad y el amor. Me sitúo en esta mirada existencial.

Como no es aquí el lugar de extendernos en la cuestión, solo señalar que el ser humano no es ajeno al acaecer social, económico e ideológico en que vive.

Destacamos como un síntoma notable en nuestros días, la organización social de la personalidad en torno a la conciencia narcisista. Esto trae consigo una apreciación distópica sobre el futuro y una “devaluación del pasado” (Lipovetsky, 1986). Sin olvidar que, lo que se deja de lado o se pierde del pasado, supone una desconexión del sentido de pertenencia: para muchos autores, un manantial imprescindible de sentido en la vida. (Esfahani Smith, 2017).

Las relaciones entre la filosofía y la psicoterapia han alumbrado entre nosotros conexiones inesperadas e inestimables, como la que se encuentra en la obra Occidente enfermo. Filosofía y Patologías de civilización (2011). Así las cosas, el psicodrama es de gran ayuda en contextos pedagógicos, comunitarios, o de exclusión social; su contribución es en muchos aspectos, sea un ejemplo la transformación de las conservas culturales que nos alejan de la emancipación en cualquier sentido.

En mi planteamiento, como iré mostrando, creo preciso enfatizar que el recuerdo no es solo lo agregado a lo traumático sino también la posibilidad de acogernos a nuestra mejor versión del alma. El recuerdo cuando es doloroso siempre tiene un ´recuerdo otro´ asido al amor a la vida. Aquí subrayamos la importancia de las técnicas de la realidad surplus y la proyección del futuro, entre otras, de Moreno.

Benjamin o lo que todavía no ha podido cumplirse y Bachelard o el olvido de casa.

Me propongo crear un mínimo marco teórico que entrelace la concepción de la historia de Benjamin con la fenomenología de la imaginación poética de Bachelard, para hacer que todo ello se encuentre con el psicodrama moreniano. La imagen de la casa, de nuestras casas, tiene que ver con los recuerdos de nuestra infancia, y aunque, sin duda, en ellos habrá lugar para el dolor, esta propuesta nos quiere conducir también a las imágenes del espacio feliz.

Ahora bien, si la casa es la imagen arquetípica del alma de cada uno y de cada una, entonces a través del recorrido en la dramatización por nuestras casas podremos aumentar la conciencia de nuestros espacios de confianza y de paz. Por último, propongo un sociodrama que ayude a desarrollar la conciencia del mundo como casa común en la línea que desarrolla la Carta de la Tierra (2000). En ella, quedan fijados unos principios éticos fundamentales que promueven el respeto por la vida y el cuidado de la misma, como núcleos donde sostener un verdadero compromiso con nuestro hoy y con las generaciones venideras.

Este trabajo se fundamenta en dos pensadores, Walter Benjamin (1892-1940), en el paisaje de fondo que lo y Gastón Bachelard (1884-1962), en el que nos basaremos indagando en su obra La poética del espacio (2000). De Benjamin rescato sobre todo la concepción de que el pasado está siempre inconcluso y necesita de una revisión continua que nos permita honrar a las víctimas de la historia. (Para futuros trabajos queda seguir profundizando en la estrecha relación de la comprensión del pasado, presente y futuro, en la obra de Benjamin y Moreno. Una cuestión singular, en este sentido, es la importancia del encuentro entre G. Scholem y Benjamin, y entre Buber y Moreno, y la relación con el misticismo judío).

Al fin, la razón compasiva es la mirada que nos proponemos, por lo que es indispensable, en el sentido benjaminiano, enfocar y sostener ´lo pequeño´; lo que, asimismo, nos invita a trabajar, y tomar conciencia, con la exclusión social –en cualquiera de sus rostros-, para que no sea doblemente olvidada.

Pienso que el psicodrama moreniano es de gran ayuda en tiempos de tanta prisa. La sociedad actual ha subrayado una cuestión que nace en la modernidad y que nos recuerda J. Mayorga (2003) desde su lectura de Benjamin: “el reemplazamiento de la experiencia por la vivencia del shock”. Si la experiencia remitía a una comunidad y a lo común, el shock encierra la experiencia en el individuo clausurado en sí mismo. Se ha advertido, también, de ´la emocionalización´ de la comunicación actual, lo que según Byung-Chul Han (2019) quiere decir que hoy consumimos, más que cosas, emociones; según el modelo del emotional design.

El psicodrama y el sociodrama configuran un universo que puede abrir y sustentar la fragilidad del alma; además de permitir, para individuos, grupos, instituciones diversas, la construcción de espacios que puedan acercar posiciones desencontradas.

Por tanto, desde la constatación de que algo profundo, -con sus sombras pero también con sus luces-, está transformándose en nuestro mundo, presento un trabajo que se compromete con el recuerdo, con la razón compasiva, con la resistencia íntima, en fin, con el no darnos por perdidos a nosotros mismos. Porque, escribe Josep M. Esquirol (2015), la comarca de la nada, (la ausencia de sí, el vació existencial, el sinsentido vital), la tenemos muy cerca –o muy dentro, añado yo-.

Estas determinaciones del pensamiento configuran una pata de nuestro encuadre teórico. La segunda pata es nuclear en nuestro trabajo y nos viene de la mano de la obra La poética del espacio de Gastón Bachelard, libro cuya primera edición en español es de 1965. Como señala Carlos F. Calvente (2009), en la idea de la imaginación creadora de Bachelard, “hay una clara apertura al porvenir”, lo que quizá sea “un arrancarse del pasado”, -este al permanecer en lo oscuro impide el despliegue de la vida como anhelo-, a través de la espontaneidad como imaginación radical.

La imaginación poética, objeto de análisis del filósofo francés, abre la puerta al mundo onírico que habita en el inconsciente; ahí están las imágenes que pertenecen al mundo del ensueño, de la ensoñación. A su vez, la ensoñación en Bachelard se relaciona con los arquetipos de Jung. (Aguilar Rocha, 2012).

Las imágenes vividas

En La poética del espacio (2000) no solo se habla del espacio casa a lo largo de la historia: la caverna, el palacio, la casa con tres plantas, hasta el apartamento “desalmado” de la producción capitalista de la segunda mitad del siglo XX, sino también de los espacios de la imaginación y su impregnación en la sensibilidad humana. Así, hace un repaso por los espacios íntimos de la casa: los rincones, los cofres, los armarios, etcétera, y su relación con los recuerdos de la intimidad. Y no solo tratados como recuerdos literales o inconscientes, sino también en sus múltiples entrelazamientos con la imaginación actual y con nuestra forma de relacionarnos con el mundo. A través de lo poético se puede tener un acercamiento a todos esos espacios vividos-imaginados-soñados que, al fin y al cabo, conforman nuestra experiencia de la casa.

El acercamiento a nuestros ´espacios de ensoñación´ es siempre un punto de partida de autoconocimiento y de crecimiento personal. Un conocimiento de sí que requiere del elemento tonificante y original de la espontaneidad. Escribe Pérez Silva (2019) siguiendo a Moreno: la espontaneidad “promueve una dinámica interna, que lo inunda y colma de procesos bioquímicos, psicológicos y espirituales (…) empleando para ello la palabra, el cuerpo, sensaciones, emociones, recuerdos, comportamiento”.

Por último, antes de dar comienzo a las experiencias, quiero señalar una cuestión significativa para nuestro propósito: los espacios de ensoñación de la infancia nos acercan a lo traumático, pero desde un cierto distanciamiento que viene impuesto por lo arquetipal/poético. Lo poético no es solo lo escrito una vez por poetas, que por supuesto, también puedo serlo aquello que desde la creatividad y la espontaneidad nace en el espacio-tiempo, en la realidad y el cosmos que se dan en el escenario que nos proporciona el psicodrama como método psicoterapéutico.

LA VUELTA A CASA PARA DESPERTAR A UN PRESENTE PROPIO.

“¡Oh nostalgia de los lugares que no fueron/ bastante amados en hora pasajera! R. Rilke.

Afirma Bachelard en La poética del espacio (2000) que “las resonancias poéticas se dispersan sobre los diferentes planos de nuestra vida en el mundo”. Lo que quiere decir que desde lo poético podemos abrir la puerta –o al menos tener una llave más precisa de entre muchas- para acercarnos a nuestra intimidad. Ello en la tentativa de un relato que desea construirse desde lo fragmentario de la historia personal y en la agrupación de los recuerdos de las casas que han sido imagen en nosotros. Estando abiertos a aquellas que todavía nos pueden ser posibles si nos atrevemos a imaginar.

La casa es considerada como el primer universo. La casa nos permite soñar tranquilos y en paz, porque pensar/sentir en ella nos ofrece la posibilidad de la integración del recuerdo y de nuestra capacidad de soñar. Como sabemos, un arquetipo es un modo de la psique de generar imágenes que conciernen al alma humana. La casa como arquetipo “es un cuerpo de imágenes que da al hombre razones o ilusiones de estabilidad”. No solo de estabilidad sino también de refugio y amparo. Por lo que su deseo de porvenir estará habitado por la creatividad.

El filósofo Bachelard habla de la memoria como un teatro del pasado, donde “lo irreal”, entendiendo por ello, la fantasía, el ensueño, la resonancia íntima y subjetiva, la metáfora y las imágenes, etcétera, es premisa necesaria para el desarrollo integral de la persona.

Antes de que comience la parte práctica conviene que los participantes conozcan la distinción entre la casa natal, casa soñada y casa onírica, es decir una casa del recuerdo/ sueño. La casa onírica, realizada por medio de la imaginación, está constituida por “centros de tedio, centros de soledad y centros de ensueño”. (Bachelard, 2000). Efectivamente, esta casa no puede realizarse nunca, porque se encuentra entre la casa del pasado, que es la casa de la infancia, y la casa soñada que es la de lo porvenir.

La memoria de ´lo otro de uno´ nos conduce derechamente a que podamos volver a soñar nuestra casa, o de otra manera, nuestra intimidad recogida. Amparados y pertrechados con ese cuerpo de imágenes reales o imaginarias, o precisas o fantaseadas, nos acercamos a la propuesta psicodramática y sociodramática.

Entre los objetos que reconocemos en las casas, y que propone el pensador francés en su topoanálisis, están el cajón, el armario y los estantes o el cofre con su doble fondo, considerados todos como “órganos de la vida psicológica secreta”. También los armarios, el nido, la concha, los rincones, la miniatura. De suyo, elementos que tuvieron que ver con el cobijo.

En definitiva, me propongo poner en juego la metáfora de la casa como abrigo y hospitalidad bajo la premisa de que las imágenes son una atávica fuerza psíquica mayor que la de las ideas.

TALLER I

Para alojar la niñez nos convoca la casa soñada

Cuando las imágenes del pasado, de las casas de nuestros antecesores, toman fuerza y retumban en nosotros, entonces podemos crear ´la casa otra´ del futuro, que es donde deseamos habitar, que es la casa donde queremos realizar nuestros sueños. Convocamos aquí la idea que expresa Marianne Hirsch (2015) sobre la lectura reparativa que, al ofrecer relatos diversos y narraciones, (como también señala la terapia narrativa), de conocimiento de nosotros y de nuestro pasado, allana el camino del conocimiento de sí, señalando y buscando en grupo una historia personal alternativa.

Antes de acercarnos a las distintas casas a lo largo de la historia, proponemos relacionarnos a través del movimiento y la imaginación con cuatro de los elementos de la naturaleza. Estos animan las acciones originarias de imaginar el mundo circundante. El fuego es fuerza, simboliza lucha y esfuerzo: la energía y la intuición, también agotamiento. El aire establece una relación con el movimiento y la comunicación; asimismo, con la innovación y la espontaneidad. El agua representa el reposo y la receptividad, también la sumisión y la compasión. La tierra, por último, simboliza la estabilidad, el espíritu que se mueve hacia lo práctico, la sensualidad y el discurso lento. Se vincula, además, con la mística y la intimidad, con la casa.

Trabajaremos atravesando un río que lleva agua tranquila. El agua nos toca los pies, metemos las manos, el cuerpo. ¿Qué sucede si se opone una resistencia como una corriente de agua que nos pone difícil continuar? ¡Es vital el darnos cuenta de las respuestas que se dan en mi cuerpo! Luego cruzaremos un desierto de arena. Más tarde, en este viaje guiado, con un paisaje al aire libre; por último, con una antorcha que se nos enciende para caminar en la noche.

Los coordinadores repartimos una tarjeta de La Caverna, que la explica a grandes rasgos con dos o frases cortas. Después se hará lo mismo con La Tienda/Choza, Los Castillos, Los Palacios, tiendas de campaña de refugiados, las casas Populares.

Proponemos que se piense en La Casa Soñada -qué elementos tendría de cada una de las viviendas que se han propuesto-. ¿Qué me gustaría que estuviera en la casa de mis sueños? ¿Cómo se llama esta, mi casa? ¿Cómo es la imagen de mi cuerpo cuando dejo sentir en él la imagen? Los participantes, en círculo, se giran a una misma vez. Les proponemos que se acerquen a otras imágenes que resulten familiares a la de sí: esta técnica se puede ver completa en Boal, El arco iris del deseo (2004), como una de las llamadas técnicas introspectivas.

Para terminar este primer taller, ponemos en el compartir la pregunta de cómo se ha alojado la casa natal en nosotros y nosotras -desde el trabajo individual en grupo-. ¿Y la casa soñada, la puedo imaginar con algún matiz nuevo que no venía cuando llegué al taller? Toma de conciencia de lo que el grupo ha creado, realidad que promueve la diferencia y miríada desde la que quizá se puedan plantear proyectos personales renovados.

TALLER II

La casa onírica es la cita secreta entre la pertenencia y el propósito.

“La poesía es hoy/ la última casa de misericordia”. Joan Margarit.

Al rescatar la intimidad podemos provocar el desarrollo de lo onírico en el ser humano. El tema de este segundo taller es el espacio fértil que surge entre la casa natal y la casa soñada: la casa de la ensoñación.

En La poética del espacio (2000) se habla de casa onírica como espacio feliz, como recogimiento del alma. Dicho en síntesis, si la casa de la infancia es donde se albergan los recuerdos tantas veces difusos, y en la casa soñada nacen las imágenes de la casa del mañana, en la casa onírica se encuentran la imaginación y lo real en un no lugar que es, sin embargo, el recipiente necesario en el que se alojan los recuerdos y el futuro de la casa.

En la casa onírica se tejen los vínculos entre el pasado y el futuro, lo que permite profundizar en el sentido de pertenencia y en el propósito de nuestra vida. La conexión con la casa onírica nos permite afirmarnos en el aquí y ahora con más energía, y, por tanto, con el encuentro y la aceptación de roles más nutritivos.

Es a partir de la casa de la infancia que iniciamos el movimiento de recogida de los recuerdos. Desde ese lugar, tan atravesado de luz y de sombra, vamos a encontrar hospitalidad, a través de la imaginación, en la casa onírica: en ella, están ubicadas nuestras imaginaciones. Pues bien, llevados con los recuerdos y la imaginación hacia la casa de la ensoñación, estaremos en la senda y la posibilidad de encontrar un lugar seguro, un lugar donde protegemos nuestros sueños e ilusiones. Y es que el fondo de nuestra alma siempre fue un lugar seguro y confiado.

De otro lado, como escribe Espina Barrio (2008), la creatividad es un factor que tiene que ver con la poesía y con el psicodrama. En relación con la dramatización: “(Su) magia se encuentra en que su símbolo se desarrolla siempre en el tiempo presente”. Esta idea hace de guía en nuestra propuesta práctica, pues el símbolo para nuestro trabajo es la recordación de la casa siguiendo el topoanálisis bachelardiano. Asimismo, la poesía con su ritmo externo/ interno, su posible rima, sus repeticiones, y por supuesto su determinación con la creación de imágenes del inconsciente, superando las barreras de la sintaxis y de la lógica del sentido, la acercan con metonimias, metáforas, elipsis a un lugar más allá de lo racional, alcanzando lo simbólico.

La poesía y el psicodrama se pueden nutrir dialécticamente. La poesía también es capaz de anudar en el presente, en el pasado y en el futuro. Porque la considero pensamiento con música, es un lugar privilegiado para acceder a nuestra interioridad. La nueva dimensión que le aporta la dramatización en cuanto a personajes y espacio, en el aquí y en el ahora de la dramatización, la convierten en una aliada privilegiada de la experiencia psicodramática. En la dramatización pondremos en juego las técnicas básicas (Rojas-Bermúdez, 2017) como espejo, soliloquio, dobles, intercambio de roles, construcción de imágenes, y otras, como la dramatización de la realidad surplus.

Este segundo taller fue realizado en el curso de verano que se celebró en el Centro Moreno de Granada los días 7, 8 y 9 de julio en 2017, con el título de Arquetipos, Sueños y Cuentos a través del Psicodrama. Tuvo como nombre La casa defiende la intimidad, lo dirigió Natacha Navarro y yo estuve de ayudante.

Tras una serie de ejercicios de caldeamiento corporal, repartimos unas tarjetas con unos dibujos inspirados en distintos lugares de la ´casa de la infancia´. Los dibujos tienen que ver con las imágenes del refugio como, por ejemplo, los rincones, o la entrada de la puerta, o nidos y ventanas; y con las imágenes del secreto, como armarios, o cofrecillos o conchas. Los participantes elegirán una de las tarjetas por parejas y comentarán en ellas qué les evoca o sugiere lo que ahí ven y lo que desde ahí les ve. Se elige sociométricamente una historia de las que se han compartido y su protagonista presentará una escena breve. Se dramatizará. Luego cada participante improvisará con una escena resonante a la original.

En la segunda parte del taller, el grupo construirá un poema colectivo. En distintos lugares del espacio habrá repartidos textos metidos en cajitas. Uno de los miembros del grupo escogerá uno, lo abrirá y leerá en voz alta. Cada cajita contiene varios poemas breves, (haikus generalmente), relacionados con distintos espacios de la casa de la infancia. Valgan como ejemplos, “¿Dónde os he perdido, imágenes mías pisoteadas”. “¡Oh nostalgia de los lugares que no fueron/ bastante amados en esa hora pasajera!”. “¡Cuánto tiempo llevo construyéndote!”. “Una casa erigida en el corazón/ mi catedral de silencio/una casa abierta al viento de mi juventud”. Aquí seguiremos la técnica que propone Pérez Silva: solicitaremos que se acerquen dos participantes y se pongan uno detrás del otro. Cada uno de ellos ha elegido previamente un poema que desde su espontaneidad pondrá en común a través de la técnica acción haikú.

Tras un breve sharing, el director o directora irá narrando el texto de Bachelard (2000) mezcladas con las nuestras: La casa es un espacio de intimidad y de consuelo, un espacio que debe defender la intimidad. Imaginamos una casa antigua, con sus recovecos, con su olor característico, con su misterio, -sueño con una casa baja, de ventanas altas, que solo vive en mí, y donde entro a veces/para olvidar sentado el día gris y lluvioso-. Dentro del ser, en tu centro hay un calor primero. ¿Cómo era la habitación dónde dormías? ¿Qué rincón era tu preferido? ¿Por dónde entraba la luz? Se trata de que podamos volver a habitar nuestras casas. Imágenes del secreto, los armarios y los cofres. ¿Cuál era el lugar más tuyo? (En varios momentos iremos pasando una hoja en blanco en la que escribirán un verso, se hará un doblez para no ser leído por el siguiente participante, y así sucesivamente).

Cuando finalice el viaje por la casa de la infancia, se habrá escrito un poema grupal. (Por cierto, no sería raro que hubiera concordancias temáticas y hasta sintácticas). Utilizaremos ahora la técnica de las resonancias dramáticas tal y como la desarrollan S. Pendzik y L. Brik (2018). En estricto, consiste en un trabajo grupal que favorece la creatividad. Las modalidades de resonancias dramáticas más habituales son: espejo, coloreado, punto de vista, expansión, encuadre, cita, universalización y personalización.

Tras el eco grupal, cerramos escuchando la canción Casas antiguas de Pedro Guerra.

Hay sensación en las casas antiguas/ de que algo queda de quien las vivió,/ donde el amor prendió una luz, un zulo de la intimidad,/ los juegos de la juventud que escapan de la soledad.

TALLER III

La casa común. “Cuando atravesaba un río, Cuidado encontró un trozo de barro”.

La era está pariendo un corazón, /no puede más, se muere de dolor/ y hay que acudir corriendo/ pues se cae el porvenir/ en cualquier selva del mundo,/ en cualquier calle. Silvio Rodríguez.

La imagen de la casa y el pensar en ella como imagen del alma de cada uno y de cada una, nos permite llegar a la cuestión del habitar el mundo. ¿Cuál pueda ser el vínculo que se establece entre intimidad e inmensidad? Propone el filósofo Esquirol que todas las casas tienen mucho de precariedad, ya que al fin son parte de la finitud y de la incertidumbre. La casa es la expresión precisa del amparar de sí y de los otros. Un amparo que viene dado por el rostro del otro. De ahí la importancia que tiene la otredad para este trabajo. Nuestra existencia tiene su inicio en la casa que es el otro porque soy responsable del otro en el sentido levinasiano.

En este taller planteo la cuestión del cuidado de la casa común. Entiendo que los individuos en los grupos pueden vivir con más atención la conexión de todo en todos. En la Carta de la Tierra queda recogido que corremos el riesgo de la autodestrucción si no construimos un nuevo paradigma basado en el cuidado. Queremos, porque urge, darle una vuelta al pensar, al sentir y al actuar acerca de lo común.

En los dos talleres anteriores, hemos tenido la oportunidad de vivir y de crear un aprendizaje rizomático con el viaje a través de la casa de la infancia, de la casa del porvenir y de la casa onírica. Ahora en este taller toca mirar hacia afuera teniendo como telón de fondo la fábula de Higinio que protagoniza Cuidado, y en la que se subraya que en el alma de los seres humanos se encuentra como atributo principal la dimensión del cuidar de sí, de los otros y de la naturaleza. Es posiblemente, lo más elevado a que podemos aspirar. Confiados en que para una ética de la vida, seguimos aquí a L. Boff (2003), se hacen necesarios dos principios: la solidaridad planetaria y el respeto y la consciencia del contrato generacional.

En este taller vamos en auxilio de los mitos. El mito permanece en nuestro interior y en nuestra cultura en forma arquetípica. Los mitos son narraciones que nos hablan de las verdades esenciales sobre los hombres y los dioses. El taller arranca con un caldeamiento inespecífico que nos prepara para la escena, hasta llegar a la dramatización, por parte de unos, del mito y, por parte de otros, del conflicto social asociado.

Proponemos tres mitos. Posteriormente, el grupo realizará un sociodrama de `nuestro hoy´ en relación con el mito que han elegido. Este taller se basa principalmente en la conjunción de unos mitos tomados de la mitología griega y un sociodrama, tal y como lo explican J. Burmeister y N. Navarro (2015).

El mito elegido ya tiene de por sí una especial sonoridad en el interior de cada miembro que lo escoge, a la que hay que añadir la que luego emerge en el compartir y la pluralidad del pequeño grupo. Este mito, o lo esencial rescatado de él, se asociará a una problemática actual del mundo, de la casa común.

Proponemos tres mitos con una breve explicación que, dependiendo de los objetivos del taller, podrá ser explicitada en mayor o menor medida. Aquí ofreceré un mínimo desarrollo para que pueda servir de ejemplo. En primer lugar, propongo el mito de Narciso y Eco. El tiempo actual ha sido señalado como un tiempo anoréxico y neonarcisista. En palabras de Han (2014), estamos en “el infierno de lo igual”. Como comenta Carlos Goñi en libro sobre los mitos (2001), la ninfa Eco ejemplifica a la perfección la desesperación de quien no puede alcanzar lo que cree que debe ser su ideal.

El otro mito es el de Euristeo. En este mito se nos presenta el poder con toda su magnificencia. En ocasiones, el individuo no es digno del poder a pesar de que se le dé. Euristeo vale de ejemplo de la debilidad que se da en la entraña del poder. Qué es el poder, y por qué unos lo tienen sobre los otros, es la interrogación que acompaña a los hombres y mujeres desde que existen las diferentes organizaciones sociales. Aquí conviene acercarse a la antinomia amor-poder y el síndrome luciferino, tal y como lo ha analizado Pablo Población.

Por último, proponemos el mito de Penia. Este mito nos alumbra en el seno de cuestiones como la pobreza global, el hambre y el paro.

En síntesis, Narciso como una de las imágenes de la producción y explotación del yo, Euristeo y el poder problematizado, y Penia en relación con la pobreza y las diversas maneras de soportar y enfrentarse a ella. Traigo aquí por su centralidad en nuestro hoy, el concepto de la aporofobia, fenómeno de nuestras sociedades que ha nombrado y analizado Adela Cortina; dicho en síntesis: rechazo a inmigrantes, refugiados por ser pobres (2017).

Conclusión

El itinerario propuesto de talleres puede ser tomado linealmente o no. Puede realizarse un solo taller y desplegarlo en varios momentos distintos, o cambiar el orden que yo aquí propongo.

Comparto y subrayo lo que escribe Carlos F. Calvente cuando señala la proximidad entre realidad suplementaria de Moreno y el aspecto creativo de la imaginación bachelardiano. Por ello, disponer de tiempo para ponernos, desde la razón compasiva, la memoria de los olvidados, (también desde los personajes y roles –no entro ahora en las decisivas diferencias-), y la poética de la imaginación, en grupo y en común en el universo psicodramático, es una manera de vincular más sanamente tiempo y vida. Y eso, porque deseamos que nos mueva el autocuidado: “La aproximación holística al autocuidado es crucial para mantener el bienestar personal y profesional”, (Marisol Filgueira, 2013), y el cuidado como en la fábula de Higinio.

El pensamiento de Moreno, como es sabido, siempre estuvo muy ligado a diversos pensadores como Bergson, Spinoza, Kant o Nietzsche. A pesar de las diferencias, a veces ingentes, entre algunos de ellos. Sin embargo, es eso precisamente lo que me movió a intentar un diálogo, primero entre Benjamin y Moreno, y luego entre la imaginación poética y el psicodrama clásico. Tanto una relación como la otra, quedan para seguir investigando en futuros trabajos y talleres. La idea de Benjamin de que la historia no está completa en la versión de los vencedores, no es ajena a quien ayudó terapéutica y socialmente a prostitutas o mantuvo su mirada atenta en diversos conflictos internacionales.

Creo que también se puede seguir indagando en las conexiones tan llamativas entre la poética del espacio y el análisis de los lugares que en el alma nos protegen y amparan, y conceptos de Moreno como el de espontaneidad y creatividad. O la idea del momento, que es análoga a la voluntad, que al soñar, (Bachelard), provoca que ocurra el pasado aquí, y que aquí nazca la libertad como condición de futuro.

Cuando me puse con el trabajo, era consciente de la estrecha relación entre el estudio de Bachelard y la teoría de los arquetipos de Jung. No obstante, para esta ocasión decidí establecer el vínculo directamente entre Moreno y Bachelard; me parecía interesante un diálogo directo entre ´las casas´ de este y el psicodrama y el sociodrama de aquel.

No hemos podido por ahora realizar la propuesta de los tres talleres, lo que sin duda nos hubiera permitido ver con más claridad los límites de mi trabajo. Lo que sí me ha hablado en los silencios de la lectura y la escritura, por un lado, y la experiencia del taller II por otro, es que hay un camino que conduce al psicodrama transgeneracional y que deseo seguir explorando.

Si una parte de la esencia del ser humano es la proximidad, quiero terminar con el inicio de un hermoso poema de Ángel González, Muerte en el olvido: “Yo sé que existo porque tú me imaginas./Soy alto porque tú me crees/ alto, y limpio porque tú me miras/ con buenos ojos,/con mirada limpia”.

NOTA: Este artículo es un resumen, adecuación y actualización, del trabajo presentado en 2017 con motivo de la finalización de la formación en psicodrama. Así que también es como una recién llegada a este mundo maravilloso del psicodrama. Obviamente, mucho de lo que aquí propongo y cuento pasó primero por mi vida. Por ello, mi agradecimiento siempre al lugar y espacio en el que me formé, Centro Moreno-Granada, y a su directora –con la que siempre estaré en deuda- Natacha Navarro Roldán.

Referencias/Bibliografía

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