LA DIRECCIÓN EN TEATRO ESPONTÁNEO Y EN PSICODRAMA.
Davolio, E.
Fecha de recepción: 14/04/2019.
Fecha de aprobación: 22/04/2019.
LA HOJA DE PSICODRAMA Nº 68 (43-49)
Resumen
Este artículo realiza una comparación entre el rol del director de Teatro espontáneo y el rol del director de Psicodrama, en relación al abordaje de la escena. Toma como punto de partida la historia y el origen de ambos métodos, situando el Teatro espontáneo como antecedente del Psicodrama. A partir de entrevistas a referentes en el área, se los caracteriza en sus diferencias fundamentales. Aquí se considera la escena como eje en el que se estructuran tanto el Teatro espontáneo como el Psicodrama. Y se detallan sus similitudes y diferencias para analizar y comprender el rol de la dirección en su abordaje.
Abstract
This article makes a comparison between the role of the director in Spontaneous Theater and the role of the director in Psychodrama, in relation to their approach to the scene. It takes as a starting point the history and the origin of both methods, placing Spontaneous Theater as an antecedent of Psychodrama. From interviews with eminent practitioners in the area, we identify the fundamental differences between the two disciplines. The scene is considered as the axis on which both Spontaneous Theater and Psychodrama are structured. The similarities and differences in the treatment of the scene are detailed in order to analyze and better understand the role of the director.
La dirección en teatro espontáneo y en psicodrama
Introducción
Tanto en Psicodrama como en Teatro espontáneo se dramatizan escenas. Sin embargo, la escena en cada método presenta diferencias fundamentales. Esto tiene como consecuencia que su abordaje sea diferente desde la tarea del director. El objetivo de este trabajo es formar un tejido que eche luz sobre las similitudes y diferencias de la escena tanto en Psicodrama como en Teatro espontáneo y, por lo tanto, del rol del director en el abordaje de la misma.
Este artículo se desprende del trabajo de integración final de la Carrera de Especialización en Psicodrama de la Universidad del Salvador de Buenos Aires, y su entramado fue impulsado por las inquietudes de la propia experiencia de la autora en el campo. Además de la investigación bibliográfica para la obtención de información específica e inédita, se han realizado entrevistas a tres directoras argentinas con residencia en Buenos Aires que alcanzaron una reconocida, vasta y disímil experiencia, en el desempeño del rol de dirección en ambos métodos: Elena Noseda, Dolores Naón y Mariela Jungberg.
En primer lugar, se resumirá la historia y el origen de ambos métodos, seguido por su caracterización. Luego, se profundizará en las particularidades de la escena de uno y otro para poder comprender su abordaje, desde el rol que ocupa el director. Este trabajo pretende producir información útil tanto a los directores de Psicodrama como de Teatro espontáneo en su quehacer profesional.
Teatro espontáneo y Psicodrama
La cercana relación entre el Teatro espontáneo y el Psicodrama está determinada por su común origen. Se los puede considerar “hermanos de leche”, como los definió Elena Noseda, dado que comparten el mismo “padre” y creador, Jacobo Levy Moreno. El primero en nacer fue el Teatro espontáneo, que se convirtió en el antecedente indiscutible del Psicodrama.
En Viena, en 1922, Moreno fundó el grupo Stegreiftheater con el objetivo de liberar al teatro de esquemas rígidos, alejarlo del culto al producto y de la conserva cultural. Así Moreno (1977) se opuso al “teatro reproductor” y revolucionó el hecho teatral. Realizó la eliminación del dramaturgo y la pieza escrita, dotó de protagonismo a la audiencia, al implicarla en su propio drama para que pudiera ser improvisado en el escenario por los actores. Según Moreno (1972) esta forma de hacer teatro no ofrecía la “inmortalidad”, sino más bien el “amor a la muerte”, dado que cada función se convertía en un hecho único, en el cual el acontecimiento sucedía “una vez, y nunca más”.
Moreno (1977), al acompañar y guiar a los actores de su elenco, a través del “entrenamiento consciente y sistemático en la espontaneidad”, percibió los efectos que producía en sus vidas personales. Vislumbró el valor terapéutico de la dramatización, y la consideró una técnica para abordar el sufrimiento humano. A partir del “caso Bárbara”, hito que marcó el paso del Teatro espontáneo al Psicodrama, comenzó a desarrollar un “método psicoterapéutico basado en la acción”. En el devenir de sus investigaciones y exploraciones, el Teatro espontáneo y el Psicodrama quedaron delimitados en cuanto a estructura y objetivos.
El Teatro espontáneo logró tener como finalidad la puesta en escena de los relatos de la audiencia. Si bien puede producir un efecto terapéutico, carece de dicho objetivo. Ahí radica la diferencia fundamental con el Psicodrama. El método psicodramático tiene como objetivo que el protagonista explore sus conflictos a través de la dramatización para poder encontrar una resolución o cura.
Con una extensa trayectoria como psicodramatista, Elena Noseda (1) expresa que, en Teatro espontáneo, el protagonista “cuenta su historia y el grupo la recrea”. En cambio, el Psicodrama no busca que el protagonista realice “un relato a priori”, sino que “a partir de un título o conflicto se ingresa directamente en la acción”. Mariela Jungberg, psicóloga social y psicodramatista, quien suele combinar ambos métodos al trabajar en ámbito comunitario o pedagógico, afirma que la pregunta que caracteriza al Teatro espontáneo es “¿qué querés ver?”. En cambio, en Psicodrama, “¿qué querés trabajar?”.
Con respecto al Teatro espontáneo, en Argentina y en Latinoamérica, se extendió un formato inspirado en el Teatro Playback (2). Sus formas proponen una función teatral con momentos estipulados, trabajan con actores entrenados que utilizan un “código de improvisación” que busca la estética, síntesis y metáfora de la representación; y un director que conduce la función, oficiando de puente entre los actores y la audiencia. Otras corrientes utilizan al Teatro espontáneo como un recurso adicional para abordar el trabajo grupal. Por ejemplo, Mariela Jungberg no trabaja con “un grupo de actores entrenados” sino que busca que “las personas sean guionistas y actores de sus propias historias”. En suma, en todas las formas de Teatro espontáneo, incluyendo las inspiradas en el formato del Teatro Playback, la finalidad radica en poner en escena los relatos de las personas.
Así como los objetivos entre el Teatro espontáneo y el Psicodrama se fueron distinguiendo y delimitando, los elementos que los componen alcanzaron diferentes denominaciones. La figura del “narrador”, “dramaturgo” o “guionista”, en Teatro espontáneo, se nombra “protagonista” en Psicodrama. Y a los “actores” se los nomina “yo auxiliares”.(3) La palabra “director” es compartida por ambos métodos. Según Bello, “El término de director es también herencia del teatro” (Bello, 1999, p. 48).
La escena tiene su origen en el fenómeno teatral. Tanto en Teatro espontáneo como en Psicodrama, surge del grupo y transcurre en el aquí y el ahora. En Teatro espontáneo se produce, al igual que en Psicodrama, una exploración de la misma, pero de manera distintiva dado que las escenas, en ambos métodos, consiguen diferencias fundamentales.
La escena en Teatro espontáneo
“¿Por qué tenemos que representar una obra ya escrita cuando la vida ofrece tantas situaciones que merecen ser vividas en el escenario?”
(Dalmiro Bustos)
La escena en Teatro espontáneo se caracteriza por estar a cargo de los actores. El director y el narrador quedan por fuera y forman parte de la audiencia. La persona que ocupa el lugar del narrador, generalmente situado hacia un costado del escenario, se convierte en el dramaturgo, quien acompañado por el director, producirá el relato que será representado por los actores.
La escena en Teatro espontáneo otorga imágenes, sonido y voz, al relato oral del narrador, produciendo una transformación de lenguajes. En un primer momento, su mundo interno se transforma en un relato que luego se convierte en una dramatización.
La escena en Psicodrama
La escena o dramatización ocupa un lugar fundamental en el método psicodramático. Los autores la definen desde diversas perspectivas. La especialista María del Carmen Bello (1999) la ubica en el segundo momento del Psicodrama: “la acción”. La autora define a la dramatización de escenas como “la recreación en el espacio dramático de situaciones vividas por el protagonista”, y la considera el recurso “por excelencia” del Psicodrama. Otra forma de entender la escena es en tanto “actuación controlada y terapéutica que se hace acontecer en el escenario psicodramático para operar sobre ella” (Menegazzo, Tomasini, Zuretti, 1985, p. 53). Bustos (2007) la conceptualiza como el “eje operativo” y Martínez Bouquet (1977) la entiende como “la unidad dramática” del Psicodrama.
A diferencia del Teatro espontáneo, en Psicodrama, el director y el protagonista forman parte de la escena, es decir la integran. Además, se incluyen los yo auxiliares que “representan a personas ausentes tal como aparecen en el mundo privado del paciente” (Moreno, 1972, p. 20).
La inclusión del cuerpo y la acción del protagonista caracterizan la escena en Psicodrama. La persona dramatiza sus conflictos, en vez de hablar de ellos, recuperando también el afecto y sentimiento que los acompañan. La dramatización despierta el inconsciente corporal e incorpora la emoción. Además, se producen el montaje y la investigación en tiempo presente, lo que permite la exploración de los conflictos en simultaneidad, que es cómo suceden los hechos en la vida.
Además, la escena en Psicodrama tiene el objetivo de encontrar una resolución del conflicto desplegado en ella.
El director de Teatro espontáneo
El director, en Teatro espontáneo, se encuentra por fuera de la escena junto con el narrador, quien desea ver en acción algo que le sucedió. A éste no se le propone que dramatice su historia sino que la exprese con palabras. El director, entonces, acompaña el relato del narrador y, a través de la entrevista, realiza preguntas que organizan, sintetizan y extraen la “esencia” del relato.
Dolores Naón, desde el rol de directora de Teatro espontáneo, reconoce que es fundamental tener un gran nivel de escucha, presencia y disponibilidad. Ella comenta que interviene el relato con preguntas para captar, citando al pedagogo francés de teatro físico Jacques Lecoq: “El fondo poético común”. Es decir, la directora no se detiene en la anécdota personal, sino que busca “la emoción de base” que contiene esa historia para que todos puedan resonar con ésta. Le interesa buscar lo universal de la historia. Entonces, se pregunta: “¿De qué emoción humana me está hablando el narrador o narradora? ¿Que la dejaron sola? ¿Se frustró? ¿Se puso contento? ¿Es injusto?”.
El objetivo del director reside en descubrir el “núcleo”, la “esencia”, o, como metaforiza Naón, el “corazón del alcaucil” del relato. Salas (2005) afirma que la “esencia” de la historia “constituye el principio organizador que da a la escena no sólo coherencia sino también gran profundidad” (Salas, 2005, p.82) y que “más allá de las transformaciones que pueda sufrir el relato original, la historia, o el espíritu de la misma, debe visualizarse claramente en la escena improvisada” (Salas, 2005, p. 12).
El director le suele pedir al narrador que elija entre los actores quién lo va a representar, así como también a los otros personajes o elementos que están presentes en su relato. Dependiendo de su estilo y estética, el director puede recopilar o repetir información sobre el contenido y la secuencia de la historia, además de algunas sugerencias para la puesta en escena como proponer una metáfora, una espacialidad o un ritmo definido, hacer uso de un objeto (tela, paraguas, luz), entre otros. En algunos formatos de Teatro espontáneo, el director les propone a los actores “estructuras de representación” que organizan la improvisación. En otras líneas, los directores dejan libre la representación a la creatividad de los actores sin dar pautas específicas para la puesta en escena. En todos los casos es importante que la dirección les deje el mayor espacio de libertad a los actores para la recreación espontánea de la historia.
Finalmente, la dirección se retira y cede la tarea de representación a los actores y actrices. El cierre de las escenas sucede espontáneamente durante la representación. El director de Teatro espontáneo no tiene el objetivo de encontrarle una resolución a la escena como sucede en Psicodrama.
Por otro lado, el director debe generar un clima íntimo y de confianza, dar apoyo, contención, acompañar el tiempo del narrador en el despliegue de su relato y habilitarlo a expresar sus sentimientos. Al finalizar cada escena, el director debe observar el impacto que tuvo la representación en el narrador y en el público. En base a eso puede sugerir modificaciones, decir algunas palabras que contengan o disipen la tensión en el caso de alguna escena con un fuerte contenido emocional.
El director de Psicodrama
El director de Psicodrama está inmerso en la escena, diferenciándose del director de Teatro espontáneo que está por fuera. Además del cuerpo del protagonista y el de los yo auxiliares, el cuerpo del director se encuentra en acción.
Elena Noseda comparte con metáforas e imágenes su vivencia personal en el rol de dirección:
“En Psicodrama está la corriente y nos zambullimos juntos con el protagonista. Como directora voy nadando con él. Nadamos juntos. Es un trabajo compartido. ”
Dalmiro Bustos (2007) describe los tiempos de la dramatización y la tarea del director en cada uno de ellos en torno a la espacialización. “Lo primero a encarnar en una escena es su montaje, es decir poner en el espacio dramático los elementos que constituyen la base de la escena” (Bustos, Noseda, 2007, p. 40). Los dos parámetros que el director en el inicio debe determinar son el espacio y el tiempo, “¿dónde ocurre la acción?” y “¿cuándo transcurre la acción?”. Luego, “¿de qué se trata la escena?”. El director le pide al protagonista que elija a los yo auxiliares que van a representar a los personajes o elementos que conforman la escena. El director de Psicodrama se vale del amplio repertorio de las técnicas psicodramáticas para investigar y producir la escena, facilitando al protagonista la exploración e investigación de la misma.
Bello (1999) utiliza el término de “escenas simples” cuando las dramatizaciones se quedan en el plano de lo actual (generalmente son aquellas que se utilizan en el ámbito no clínico). Por el contrario, denomina “dramatización completa, redonda o integral” a aquellas clínicas o terapéuticas que “ponen en juego el mecanismo de catarsis de integración y siguen el proceso que va de la periferia al centro, desde el nivel más superficial al núcleo conflictivo” (Bello, 1999, p.69). Es decir, la dirección parte de la escena actual que trae el protagonista y sigue por escenas regresivas para buscar aquella escena en la que surge el rol en conflicto y así realizar una reparación dramática. En otras palabras, una resolución simbólica del conflicto. El objetivo es realizar el “saneamiento del rol” y regresar a la escena actual para ensayar un cambio y producir “una respuesta nueva a una situación vieja”.
Dolores Naón afirma que como directora de Psicodrama luego del despliegue de la escena debe “acompañar al protagonista a encontrar las herramientas para que pueda enfrentarse a lo mismo de otra manera” y señala que dirigiendo Teatro espontáneo no tiene “esa exigencia.”
Moreno (1972) le da suma importancia a la relación vincular del director tanto con el paciente como con los yo auxiliares y afirma que “la regla general para dirigir consiste en depender principalmente de los protagonistas en lo que atañe a la provisión de indicios acerca del modo de encauzar la producción” (Moreno, 1972, p.18). Elena Noseda concluye la entrevista afirmando que la vinculación sucede en el trabajo psicodramático “todo el tiempo”. El director de Psicodrama trabaja “codo a codo” con el protagonista. Para ella el vínculo es la guía para poder dirigir tanto al protagonista en Psicodrama, como al narrador en Teatro espontáneo.
Conclusión
El giro magistral de Moreno se asentó en el traslado de la escena del ámbito teatral al ámbito terapéutico, produciendo así el pasaje del Teatro espontáneo al Psicodrama.
La escena es el eje en el que se estructuran ambos métodos y el punto central que los emparenta y diferencia. La inclusión del cuerpo y la acción, tanto del protagonista como del director caracterizan principalmente la escena en Psicodrama. El protagonista es el actor que explora dentro de la dramatización aquello que necesita, acompañado por el director. En Teatro espontáneo, en cambio, la escena es llevada a cabo por los actores a partir del relato del narrador. Éste se convierte en espectador de su historia junto con el director.
Tanto en Psicodrama como en Teatro espontáneo, se produce una exploración de la escena en términos muy distintivos entre sí. En este sentido es clave la variación del rol que ocupa el director en cada una. En Teatro espontáneo se encuentra por fuera de la escena junto con el narrador, quien desea ver en acción algo que le sucedió. Su tarea hace foco en acompañar el relato del narrador y, a través de la entrevista, organizar y sintetizar el relato, convirtiéndolo en una escena a representar. En otras palabras, la dirección en Teatro espontáneo centra su tarea en intervenir y extraer del relato la esencia de la historia y realizar las indicaciones pertinentes a los actores para que puedan representarla.
Por el contrario, el director de Psicodrama acompaña al protagonista en la exploración de su escena. Realiza el montaje, situando la escena en un espacio y tiempo presente, y convoca a los yo auxiliares para que representen a los personajes ausentes. Guiado por las necesidades del protagonista, el director ingresa en su mundo interior, valiéndose del amplio repertorio de técnicas psicodramáticas para realizar la producción e investigación de la escena. El director junto con el protagonista descubre las escenas que se detendrán a explorar. Dependiendo del encuadre, buscará la escena donde se genera el rol en conflicto o se quedará en el plano de lo actual. El director deberá acompañar al protagonista a realizar un cierre o resolución de su escena.
En cuanto al vínculo, resulta fundamental en ambos métodos. La vinculación con el protagonista en Psicodrama, o con el narrador en Teatro espontáneo, le servirá de guía al director para realizar el acompañamiento y llevar a cabo el objetivo de su tarea. Vincularse implica establecer una buena relación de sintonía psicológica y emocional con la persona para poder comprenderla, acompañarla, contenerla y, sobre todo, cuidarla. El director debe estar dotado de una amplia gama de competencias: tener un buen conocimiento y dominio de las técnicas, conocer las limitaciones y no adentrarse en heridas que excedan a las posibilidades de sí mismo o de los métodos para abordarlas. Debe tener en cuenta los ámbitos de aplicación y sus competencias profesionales, lo que está estrechamente relacionado a la ética del desempeño de su rol.
Para finalizar, se puede considerar que al trabajar con las emociones y las vivencias de las personas, tanto el Psicodrama como el Teatro espontáneo están dotados de una riqueza y posibilidades inigualables para adentrarse en lo humano. Ambos métodos permiten escuchar, ver y sentir las experiencias de los otros y, a la vez, habilitan a compartir las propias. Esto posibilita la comprensión del otro, el proceso de individuación y el crecimiento personal.
Moreno rescató la espontaneidad como una pauta de salud mental ya que el hombre espontáneo es aquel capaz de crear cada momento de su vida, único e irrepetible. El hombre espontáneo es un hombre creador que no se encasilla en dogmas rígidos sino que vive creando.
El Psicodrama y el Teatro espontáneo se fundamentan en la ética del encuentro, donde se juegan valores de respeto y diversidad. Generan prácticas de libertad y promueven compartir, en vez de competir, el único modo, según Moreno, de salvarnos como humanidad.
(1) Elena Noseda es profesora en Letras y codirectora, en la actualidad, junto con Dalmiro Bustos, del Instituto de Psicodrama Moreno con sede en Buenos Aires y São Paulo.
(2) Playback Theatre fue creado por Jonathan Fox junto con su esposa Jo Salas, en los años setenta, en Estados Unidos.
(3) Las denominaciones pueden variar de acuerdo a las diferentes corrientes y autores.
Referencias/Bibliografía
BELLO, M. C. (1999) Introducción al psicodrama: Guía para leer a Moreno. Escuela Mexicana de Psicodrama y Sociometría. México: Ed. Colibrí.
BUSTOS, D. NOSEDA, E. (2007). Manual de psicodrama en la psicoterapia y en la educación. Buenos Aires: RV Ediciones.
FOX, J. (2010) Playback Theatre Compared To Psychodrama and Theatre of the Oppressed. Playback Theatre Center. Consultado 20/1/19. Disponible en: https://bit.ly/2X8stGR.
MARTINEZ BOUQUET, C. (1977) Fundamentos para una Teoría del Psicodrama. México: Siglo XXI Editores.
MENEGAZZO C. TOMASINI M., ZURETTI M. (1985). Diccionario de Psicodrama y Sociodrama. (n.d.). Buenos Aires. Consultado el: 27/9/18. Disponible en: https://bit.ly/2T6P9b2.
MORENO, JL. (1972) Psicodrama. Buenos Aires: Ediciones Hormé.
MORENO, JL. (1977) El Teatro de la Espontaneidad. Buenos Aires: Ed. Vancú.
SALAS, J. (2005) Improvisando la vida real. Historias personales en el Teatro Playback. Montevideo: Ed. Nordan-Comunidad.