La hoja de psicodrama nº 69

TEATRO ESPONTÁNEO “HOY”. (2ª parte)
Montuori, A.
Fecha de recepción: 08/07/2019.
Fecha de aprobación: 15/09/2019.
LA HOJA DE PSICODRAMA Nº 69 (6-14)

Resumen

Como intento y necesidad de dar continuidad a las ideas y experiencias contenidas en el artículo que aparece en el anterior número de la revista http://lahojadepsicodrama.es/teatroespontaneo-hoy/. Nace esta simbólica segunda parte, que creo da lugar a un apunte nacido gracias al comentario realizado en mi espacio de terapia por parte del terapeuta al cual le llamó la atención tras la lectura del articulo el significado del nombre de la compañía de teatro espontáneo L´Impegnata como algo a destacar y al cual yo había atribuido un lugar anecdótico. Agradezco y quizás nunca suficientemente de la decisión y la suerte de haber empezado hace ya más de diez años un proceso terapéutico. Parte de la elaboración de este artículo tiene también que ver con ello. El presente artículo extrae del anterior una reflexión, un procesamiento teórico de la experiencia, que manteniéndose en el marco conceptual psicodramatico, desarrolla un lenguaje propio, tomando en cuenta cuatro conceptos el Peño como objeto interno o escena con alto valor simbólico, el Empeño como forma de retenerlo, el Desempeño como forma de liberación y la Unidad como elemento de cohesión en los procesos terapéuticos de estas tres partes. Sin embargo lejos de presentar soluciones totalizantes se entrará también en aspectos contradictorios y conflictivos de estas palabras y su impacto en la clínica y porque no en la futura clínica de la espontaneidad. A la par fruto de la lectura de El nacimiento de la tragedia de de F. Nietzsche tomaré prestada la metáfora emergente de este texto, para dar forma y fondo a los contenidos de dicha reflexión, como origen y punto de partida de todo un debate que ha caracterizado el mundo de la filosofía, del psicoanálisis y a mi entender del psicodrama también. Como si de un proceso de integración se tratar aconsejo vivamente la lectura del artículo anterior para mejor comprender y unir praxis y teoría. Finalmente se tomarán en cuenta solo superficialmente los aportes de algunos autores y conceptos sistémicos y psicoanalíticos con los cuales encuentro semejanza y ayuda para una mayor y mejor comprensión de mi estudio y de mi trabajo, que espero pueda ayudar a otros a comprender el suyo.

Abstract

As an attempt and need to continue the ideas and experiences contained in the article that appears in the previous issue of the magazine http://lahojadepsicodrama.es/teatro-espontaneo-hoy/ . This symbolic second part is born, which I think gives rise to a volunteer born thanks to the comment made in my therapy space by the therapist who was given attention after reading the article the meaning of the name of the spontaneous theater company L´Impegnata as something outstanding and to which I had attributed an anecdotal place. I appreciate and may never be enough of the decision and the luck of having started a therapeutic process over ten years ago. Part of the elaboration of this article also has to do with it. The present article extracts from the previous one a reflection, a theoretical processing of the experience, which, keeping in the psychodramatic conceptual framework, develops its own language, taking into account four concepts the Peño as an internal object or scene with high symbolic value, The Pawn as a form to retain it, Performance as a form of liberation and Unity as an element of cohesion in the therapeutic processes of these three parts. However, far from presenting totalizing solutions will also enter into contradictory aspects and conflicts of these words and their impact on the clinic and why not on the future clinic of spontaneity. Along with the result of the reading Of the birth of the tragedy of F. Nietzsche, I will borrow the emerging metaphor of this text, to give form and substance to the contents of this reflection, as the origin and starting point of a whole debate that It has the world of philosophy, of psychoanalysis and my sense of psychodrama too. As if it were an integration process, I strongly advise reading the previous article to better understand and unite praxis and theory. Finally, only the contributions of some authors and systemic and psychoanalytic concepts will be taken into account superficially with any similarity and help meeting for a greater and better understanding of my study and my work, which I hope can help others understand theirs.

Teatro espontáneo “Hoy” – 2ª parte –

El nacimiento de la clínica de la espontaneidad. Lo visible y lo invisible del cambio

En el anterior artículo al cual quiero dar continuidad con esta segunda parte, en el título hago alusión a la “clínica de la espontaneidad” como un camino hacía su consecución, y no quiero eludir el intento de definir más claramente a qué me refiero. Me di cuenta que durante la primera parte de Teatro Espontáneo “hoy”, el fondo y la apariencia de mi discurso estaban haciendo mención al lenguaje “nietzscheano” (arte, estética, ética, música, poética, belleza, apolíneo, dionisiaco, representación, coro, símbolo, trágico, individuación, unidad o catarsis etc.). Evidentemente, dicho lenguaje es a su vez heredero de la nomenclatura griega aristotélica sobre todo. Pero tengo que confesar que lo hice de una manera más bien intuitiva que docta, debido a mis resonancias sobre la filosofía, los filósofos griegos y alemanes más que por un estudio profundo de los mismos; en mi vida estudié o asistí a un curso reglado de filosofía. Sin embargo leer a J. L. Moreno te catapulta hacía este mundo. Revisando la bibliografía que puse en la primera parte de mi artículo, me di cuenta de que había un gran ausente, F. Nietzsche que solo mencionaba de forma indirecta. En concreto había una laguna en mi personal biblioteca titulada “El nacimiento de la Tragedia”. Tras esta ávida lectura del libro creo haber comprendido, integrado o imaginado, el dialogo que J. L. Moreno y muchos pensadores de su época entablaron a distancia con el filósofo alemán. Me queda claro desde que soy un niño que hablar de Teatro significa retrotraerse a los antiguos griegos y que hablar de la tragedia también, pero solo hoy comprendo, qué significa a la par retrotraerse a las formulaciones de Nietzsche. En su texto me he encontrado con frases, como éstas que transcribo a continuación, que creo abren un campo a explorar: “…Nunca, desde Aristóteles, se ha dado todavía del efecto trágico una explicación de la cual haya sido lícito inferir unos estados artísticos, una actividad estética para los oyentes…” sigue poco más tarde: “…aquella descarga patológica, la catharsis de Aristóteles, de la que los filólogos no saben bien si han de ponerla entre los fenómenos médicos o entre los morales…”

Me parece que en estas palabras, se puede extraer una alusión a la búsqueda de una respuesta clínica al fenómeno “primordial de la tragedia”, o en este caso de la “catharsis”, que Moreno retoma y a la que hace clara mención para la construcción de los pilares teóricos y fenomenológicos del psicodrama. En El nacimiento de la tragedia parecen estar presentes las preguntas a las cuales quiso responder Moreno con el nacimiento del psicodrama. En esta atrevida, intuitiva e insisto poco docta tesis, me voy a lanzar para intentar dar forma y complementar este artículo, en esta segunda parte.

¿Qué quiere decir hacía una clínica de la espontaneidad?

No es un misterio que para los psicodramatistas, herederos de los “preceptos” morenianos, la salud de una persona se puede asociar a su nivel/grado de espontaneidad del denominado factor “E”, casi como una medida de la sintonía/armonía entre el adentro y el afuera, un justo equilibrio entre lo personal y lo social entre lo psicológico y lo relacional, entre individuación y universalidad. Cuando el desequilibrio actúa, parece que algo obstaculiza, se obstina en permanecer intacto, se conserva hasta asfixiar el curso de la vida convirtiendo al sujeto en su propio enemigo o rodeado de enemigos, oprimiendo según qué grado las posibilidades (como explicaré más adelante) de empeñar o desempeñar la vida de manera saludable. Diría que esta condición equivale a lo que definiría como “desespontaneidad” (como un sinónimo de desencuentro) como un aspecto incapacitante respecto a la posibilidad de pensar y actuar sobre la vida (alejándola de un destino sin retorno, dicho teatralmente de un guion ya escrito y sin posibles variaciones). Por lo tanto en la clínica de la espontaneidad es preciso reconocer estos guiones no escritos que se llevan como una carga histórica de hechos consumados donde solo queda quejarnos de ellos y en la mejor de las hipótesis encontrar un consuelo en forma de espejismos o estimulantes, que nos devuelvan una imagen valiosa protectora de la autoestima, que no es más que una forma de aliviar el dolor sin actuar sobre las causas (racionales o irracionales que sean) y que falsean nuestro ser actual. Casi como si se dijera “mejor permanecer como estoy porque reconocer que soy parte en causa de las causas de mi sufrimiento, me acarrea mucho sufrimiento”. El famoso narcisismo que se queda fijado en el placer por lo idéntico por la identidad. Algo del orden del valor, de la estimación de lo importante está extraviado cuando se habla de desespontaneidad.

Llegado a este punto voy a centrar dos aspectos que desde la clínica me ayudan a comprender durante mi labor dónde se sitúa el sufrimiento del protagonista y la clave de esta comprensión me aparece a raíz de la explicación del nombre de la compañía de teatro espontáneo que dirijo y que tiene de nombre L´Impegnata, explicación que menciono superficialmente en la primera parte del artículo y que solo a posteriori pude descubrir, dado que en el interior del nombre que escogimos se esconden diferentes significantes útiles para abordar la clínica de la espontaneidad. Me detendré ahora frente a esta idea de impegno-impegnata que traducido al español sería empeño-empeñada que lleva en su interior la palabra peño que la RAE define como: “Del lat. pignus “prenda, garantía”, aquello que se da o se deja en prenda” que curiosamente está presente en dos palabras en uso en el lenguaje coloquial y que pueden enriquecer el lenguaje clínico, en el ámbito de la psicoterapia, que son empeño y desempeño, palabra esta última que me resonó fuertemente cuando se hace referencia al “desempeño de roles” tanto en lo teatral, en el psicodrama, como en la vida misma.

Del significado de Empeño, a la pregunta sobre qué Empeño

Entre los diferentes significados que se atribuyen a esta palabra la Rae y otras fuentes hablan de “Dejar algo en prenda como garantía del cumplimiento de un compromiso o de la devolución de un préstamo” ésta podría ser la definición más operativa, mientras otras definiciones ponen el acento sobre el tercer aspecto de la palabra cuando hacen referencia al “Poner a alguien por empeño o medianero para conseguir algo”, “dicho de una persona: interceder, hacer el oficio de mediador para que alguien consiga lo que pretende”. En este punto me recuerda a roles auxiliares, de terapeuta, persona al servicio de.

Centrándose en el aspecto económico de la palabra empeño, ésta se relaciona a ello con fórmulas como: “Endeudarse, contraer deudas” “En fianza” “Obligación de pagar en que se constituye quien empeña algo, o se empeña endeuda”. Algo del orden de la confianza o esperanza en una capacidad futura de poder hacer frente a un pago, se entrevé en este aspecto. En las siguientes definiciones se hace referencia a acciones y situaciones de conflicto como: “Trabar o emprender acciones de guerra, contiendas, disputas, altercados” “Acción y efecto de empeñar o empeñarse”. Donde más bien se entrevé el reto o la dificultad que una acción o una situación significa. Como un cierto desajuste capaz de generar situaciones traumáticas, enfermedades, crisis, rupturas y por lo tanto el posible nacimiento de una nueva condición.

Finalmente me he encontrado también con definiciones de la palabra empeño que hacen hincapié en aspectos del carácter del que se empeña, como un rasgo que se podría relacionar a aspectos metodológicos, éticos, morales o vocacionales de una labor tarea o profesión como: “Insistir con tesón en algo”, “obligación en que alguien se halla constituido por su honra, por su consciencia o por otro motivo” “Deseo vehemente de hacer o conseguir algo” “Objeto a que se dirige el deseo de hacer” “Tesón y constancia en seguir una cosa o un intento”. Una especie de motivo de vida o como decía Moreno de su idea de revolucionar el teatro como una “idée fixe”.

En términos psicológicos empeñar me hace pensar en el significado que se atribuye al ceder algo valioso (por ejemplo una cierta imagen de sí mismo), resistirse a ceder algo que se considere valioso. Conseguir algo más o menos valioso, un reajuste más adecuado por así decir. En definitiva lo que se considera como el valor simbólico de una situación o carga. Como una capacidad o tendencia a adquirir deudas que incluye un cierto grado de “lealtad”, a una promesa, o de retener algo durante un tiempo (esto último me hace recordar al trabajo sistémico sobre las lealtades invisibles de los sistemas intergeneracionales) el dar continuidad férrea a algo, que ya no es actual o no actualizable, casi un sinónimo de obsesión. En general parece una posición pasiva donde se desactivan determinados roles o donde hay una abstinencia de su desempeño.

Del significado de Desempeño, a la pregunta sobre qué Desempeño

En cuanto al desempeño me he encontrado con las siguientes definiciones: “recuperar una cosa que estaba empeñada después de pagar la cantidad que se obtuvo como préstamo por ella (por ejemplo “Ha desempeñado las joyas que empeñó su madre”)”. Algo como quedar sin deuda, culpa o sobrecarga de todo aquello que tiene un valor emocional afectivo a veces representado por objetos que nos unen al recuerdo de seres significativos. Algo como sanar una herida quedada abierta durante un tiempo. También me he encontrado con sinónimos como: “Rescatar, Cumplir, Ejercer, Librar, Redimir, Descargar, Salvar, Eximir, Evacuar, Recuperar, Ocupar, Ocuparse, Realizar”, que hacen pensar a una activación de roles. Pero lo que más me ha llamado la atención es la metáfora teatral que encierra el desempeño como: “Hacer un papel en una obra de teatro (por ejemplo, desempeñó sobre todo papeles de malo)”, “Interpretar”, “Realizar las funciones o las acciones que correspondan a un empleo, un cargo o una posición”. Aquí el peligro que se entrevé es la hipertrofia de determinados roles con un resultado sintomático, estereotipado, encasillado o institucionalizado del desempeño, del artificio por así decir del “saber estar” en el mundo.

Sin embargo, por el contrario, siguiendo con los diferentes matices del significado de desempeño aparecen también: “Pagar las deudas de una persona” “desendeudar”, “sacar a una persona de un situación apurada o comprometida”, “liberar”. En este sentido me lleva al alivio, que se siente cuando ser representa fuera algo lo más fielmente posible a lo que uno siente dentro. “Actuar como, ejercer cierta función” “Recuperar lo que estaba en poder de otro en garantía de un préstamo”, “Liberar a una persona de los empeños o deudas que tenía contraído”.

Otra vez la metáfora económica y sobre el valor de las cosas: “Recuperar algo que fue entregado en depósito a cambio de dinero (por ejemplo, desempeñar el anillo), “Dejar libre de deudas a alguien (por ejemplo desempeñar a la familia)”. En este aspecto se pone el acento sobre la recuperación o renegociación de los compromisos afectivos relacionales de una forma más actual y adecuada. Aun así incluyendo el principio de realidad donde deseo y ley, puedan y deban coexistir cuando se refiera al “Cumplir, hacer aquello que uno está obligado” “Representar un papel en las obras dramáticas” “Cumplir las obligaciones de una profesión o cargo por ejemplo, desempeñar tareas de oficinas)” Algo que sea visible fuera de uno. A diferencia del empeño que puede tener que ver con uno mismo, algo que no se ve fuera, el desempeño incluye al otro en la dinámica de rol y contrarol en forma de escena. “Desempeñar significa realizar las funciones de un cargo o función, sea o no profesional (por ejemplo, desempeña a la perfección su papel de hermano mayor)”. Dar algo a cambio de pagar la deuda, incluye cierto grado de deslealtad respecto a uno mismo, una concesión a la individuación y una entrada en lo grupal, social y universal.

Ambos aspectos tanto el empeño como el desempeño me recuerdan la metáfora freudiana de “economía libidinal” y también aspectos vinculados a la conceptualización psicoanalítica sobre el “narcisismo”.

Para qué ir hacía la Unidad

Como veréis se va componiendo una cierta unidad dentro del binomio empeñodesempeño, dado que tienen en común la palabra “peño” que puede significar tanto objeto perturbador como liberador, que con el trabajo terapéutico pasa a ser un objeto transicional interno cambiante y actualizado, que puede jugar un papel activo en la vida. Un suerte de espejo del ser hodierno, un símbolo de lo que conecta a la vida, que cristaliza sin enfermar a su portador porque este objeto-peño cuando se reconoce como algo subjetivo y no como una carga ajena al sujeto, bien por seguir anclado a un sí mismos ya caduco o bien por complacer a un otro al cual se le atribuye un valor desmedido, puede llevar en su interior una condensación del pasado del presente y del porvenir del paciente. El peño cuando es reconocido, representa por así decir un faro, una guía que ilumina el camino, lleva el sentido con él. Entrar en relación entre lo que nos empeña y lo que nos desempeña puede hacernos comprender la resultante de este interjuego, y hacía donde nos lleva, qué grado de sufrimiento estamos dispuestos a llevar en el camino, haciendo responsable al ser.

Separarse de aquello que te empeña, siendo desempeñado, representado (por el actor, protagonista, paciente, incluso por un grupo o una institución), como en el caso de la compañía, que usa el medio artístico como territorio de trasformación de esta dinámica. Desempeñar un cargo, un papel que ocupa patológicamente al paciente que se empeña en permanecer, a pesar del sufrimiento que acarrea, dejar de gozar de la permanencia de la cosa. Recuperar una cosa que estaba empeñada después de pagarla (donde algo del orden de la castración-cesión pago-ley) después de pagar la cantidad que se obtuvo como préstamo por ello. Para renegociar con la vida y retomar el empeño, el compromiso que estamos dispuestos a llevar.

Ese peño puede ser un vínculo, por lo tanto una persona o una forma de vinculación con las personas, una escena, que durante una sesión de terapia como en una función de teatro espontáneo permite reencontrarse, incluso volver a ver vivos y muertos, pero con otra forma, otro semblante, otro rostro y contactar con la otredad, alteridad tal vez representada por yoes auxiliares o como me gusta llamarlos otros auxiliares. El otro dona sentido a la vida. El encuentro espontáneo con el otro (interno o externo) restituye un objeto que te compromete te Impegna y te permite decidir renovar el empeño, pero más aliviados, quitando el sobrante de dolor pero no el dolor, y que quizás el pensamiento trágico nos enseña a incluir en la ecuación del vivir.

Aquí el psicoanalista Italiano Massimo Recalcati en su libro El Complejo de Telémaco dice algo que a mi entender nos aproxima al concepto de pensamiento trágico y del cual no podemos huir: «Podemos arar el campo, sembrar las mejores semillas, proteger los primeros brotes de las asperezas del tiempo, curar las enfermedades, hacer que no falte el justo aporte de luz y agua, sin embargo todo esto y más que hagamos no puede asegurarnos la calidad del resultado que obtendremos. Podemos contribuir a la preparación de un terreno fértil, pero nada nos garantizará la efectiva realización de dicha fertilidad. La vida está expuesta sin protección

Veo el empeño como algunos aspectos de la vida o continuidad existencial (promesa a mantener en el tiempo) y el desempeño como algunos aspectos de la muerte o discontinuidad existencial (pago o ruptura de un compromiso de una deuda adquirida) Esto me hace pensar en qué hacer con la herencia, lo heredado, lo prestado, librarse de la cosa volviéndolo símbolo, enseñanza, aprendizaje para continuar, aunque haya dolido recibirlo, sin negar su existencia, sin volverla un destino.

El teatro espontáneo me ha enseñado a no saber cómo irá a enfrentarme a lo sorprendente a lo no previsto el juego e interjuego entre ausencia y presencia del objeto perdido y que reaparece siendo transformado por el desempeño de los papeles, que nos lo devuelven cambiado y que puede ayudar a realizar una suerte de luto/duelo, actualizando la función del objeto en el presente que vuelve como objeto nuevo, creativo, adecuado al nuevo sujeto que lo revive. Una muerte del objeto perdido y reapropiación de un objeto nuevo reconquistado y más próximo al valor actual. Soltar y recoger, apertura y cierre, como hacemos con la maleta de la compañía repleta de objetos, de los objetos de la representación en un ritual de vida y muerte.

Actuar la cesión, recuperar el valor perdido, trasformar el objeto perdido en algo actual y con su justo valor. Quitar al valor atribuido en pasado y reevaluarlo acorde al presente permite trasformar el valor o la carga afectiva de un objeto empeñado y tal vez deformado por la memoria. Reconocer el objeto. Durante la representación de los momentos donde estos objetos se empeñaron facilita la trasformación, la trasgresión respecto a cómo se conservó en la memoria aquel objeto tal como se conoció en el pasado (trauma). Inventar, recrear a través de escenas donde se desempeñan aquellos roles que funcionaron desespontáneamente y ayudarlos a hacerlo de manera espontánea, liberando de la carga o sobrante que se generó. Las preguntas que se hace la clínica de la espontaneidad son:

¿Con que me comprometo o mejor con quien me comprometo, conmigo mismo o con el otro y cómo me siento respecto a este compromiso? ¿Es un peño del pasado, un desempeño del presente, un empeño que conduce hasta el futuro? Quizás solo el amor y solo cuando se ama estos compromisos se vuelven sólidos y se hacen uno, recuperando la unidad. Estas son preguntas que la clínica de la espontaneidad, ante el conflicto del paciente, tiene que ayudar a responder.

Aproximarse al nacimiento de la tragedia me ha aproximado al concepto de arte dionisiaco que es baile, música (sonido, melodía) caos, locura, mundo no verbal, y mestizaje relacional, es gesto, mirada, tono, aquello que es pre verbal o pre cultural, matriz del verdadero encuentro, del sentir de los sentidos. Me doy cuenta que tanto para el teatro espontáneo como para la clínica de la espontaneidad recuperar este mundo es de fundamental importancia. A veces cuando los actores de la compañía o un paciente en la consulta se enmarañan en la palabra y se alejan del sentir tiendo a echarle un salvavidas y les pido, le pido que quiten palabras, que se pronuncien otras partes silenciadas y ocupadas por el verbo, que jueguen con objetos o con los otros actores, que dancen simbólicamente en el espacio. Tanto que hasta lo más encriptado se desencripta y puede aparecer en forma clara, luminosa, ordenada y que solo tras ese trance, ese contacto con el vacío, puede en segunda batuta aparecer por las vías del arte apolíneo (como la escultura, la pintura el imaginario plástico, la poesía del verbo), la inspiración individual creativa que puede ser representada, para que emerja la belleza de lo que era feo y escondido. Para ello es preciso no exorcizar aquello conocido en el mundo del arte como el “horror vacui” el miedo al vacío y por ello convertir la vida en un impulso que obliga a hacer por hacer, a negar la muerte, la locura, el final de las cosas (a Dioniso), y nos obliga a repetir a imitar automáticamente para sobrevivir de forma grotesca con guiones no nuestros y ya manidos.

Ir a terapia representa de alguna manera el fin del idilio socrático del optimismo disociado del dolor, el principio del fin de la lógica de la razón por encima del misterio de la vida y el intento incapacitante de controlarla por completo. Que la impotencia de la lógica y el optimismo ciego de la ciencia dejen pasar con más frecuencia el arte, como alejamiento de la naturaleza que deja de ser imitación, repetición, sino creación única, unitaria, que une a la vida a las vidas y que lucha junto a la muerte. La vuelta del pensamiento trágico y de la espontaneidad para la búsqueda de un movimiento que consiga unir Apolo y Dioniso, apariencia y autenticidad y que durante un fragmento puedan coincidir. Recuperando la magia, la atmosfera que permite que lo profundo se manifieste, que lo anterior a la cultura en conserva sea representado. El arte y la espontaneidad son los espacios intermedios para recuperar la unidad, inicio y final que dan sentido al sentir de la experiencia.

La clínica de la espontaneidad observa y facilita la unión y el encuentro de lo apolíneo y lo dionisiaco, del empeño y del desempeño, dando lugar en el ámbito psicológico y social al nacimiento de una clínica que es como un laboratorio vivencial y artístico, que con una lente más potente hace visible lo invisible donde lo feo y lo disarmónico pueden encontrar representación y brotar con su fuerza renovadora.

Mi hipótesis me lleva a vigilar en ámbito psicosocial el efecto dañino de la disociación y de la tendencia a volvernos seres divididos entre la apariencia apolínea y la embriaguez dionisiaca, que impide el juego entre las partes que componen las orillas que nos incluyen. Poder ver sin ansias de perfección cuando el ser humano se atrapa en la alienación arquetípica (estructuralista) en busca de una definición caricaturesca del ser o por el contrario se atrapa en la ambigua indefinición y evitación de la responsabilidad del no ser. Así se completa este artículo compuesto de dos partes que abren otras perspectivas en mí, y que a la par me empeñan en continuar el camino, otros autores, creadores historias de pacientes o del público despiertan mi curiosidad y mi deseo de investigar. Comprender donde lo auténtico y profundo del ser humano y sus mundos internos pueda encontrar representación en la superficie y en lo manifiesto, con dignos actores en el mundo externo.

En conclusión

En cuanto al aspecto diagnóstico es por así decir importante ver, de qué lado se sitúa el desequilibrio si del lado del empeño (ideas, y su representación y continuidad existencial en el afuera) o del lado del desempeño (actos, y su representación y continuidad existencial en el adentro). El binomio empeñodesempeño requiere por lo tanto de un interjuuego de continuidad y discontinuidad que resulte adecuado, que permita pasar como diría Moreno del estado de consciencia al estado de espontaneidad, dado que no es inusual entre compañeros en conversaciones o supervisiones escuchar de pacientes quejarse de la toma de “consciencia” sobre la “razón” de su condición como una nueva fuente de sufrimiento que a menudo llevan al alejamiento y/o abandono de los procesos terapéuticos demasiado centrados en aspectos intelectuales, racionales, lógicos típicamente del área cognitiva hasta pronunciar frases como “ahora que lo sé me siento peor, hubiera preferido seguir sin saber”. En estos casos parecen haberse quedado cojas o desprotegidas las partes emocionales, ilógicas, irracionales y de pasaje a la vivencia durante la toma de conciencia y provocar una nueva ruptura de la unidad de las cosas.

En la clínica de la espontaneidad, me doy cuenta que se enfrentan también dos culturas que se trasmiten de diferente forma una escrita aquella del libreto o guion al que ser fiel, donde se juega la lealtad o la deslealtad al relato y otra oral confusa, cambiante, imprecisa, transgresiva; la primera cerrada, determinada, muerta y la segunda viva, indeterminada, abierta. La escritura por así decir se empeña se compromete con seguir existiendo tal cual en el futuro, la segunda se desempeña dejando atrás memorias precisas pero no actualizadas. Abogo por el respecto de estas dos fases y de la responsabilidad del director/terapeuta de ser “médium” para que ese encuentro se ponga en marcha y que historia y mito se vean las caras para reconocerse, recrearse. Revindico por lo tanto el teatro espontaneo como unión de lo apolíneo y lo dionisiaco del sueño y de la vigilia de la sobriedad y de la embriaguez de la verdad individual y la verdad universal colectiva, donde como escribe Nietzsche coexista: “esa alianza fraternal de apolo y de dioniso la cúspide tanto de los propósitos artísticos apolíneos como dionisiacos”, me atrevo a decir que el teatro espontaneo se presenta como la verdadera tragedia y origen de la clínica de la espontaneidad. Nietzsche proponía en el ensayo de autocrítica de El nacimiento de la tragedia “-ver la ciencia con la óptica del artista y el arte con la de la vida…” yo propondría de ver la clínica en salud mental con la óptica del teatro espontáneo y la del teatro espontáneo con la de la vida.

Hace poco me encontré con una frase atribuida a Melanie Klein presente en un texto del 1960 titulado “On Mental Health” (Sobre la Salud Mental) que recoge una interesante síntesis de lo que entiendo como una vía que pase por no desterrar a Dioniso y por ende el pensamiento trágico, reconociéndolo como algo “profundamente” humano, que sin embargo es posible a mi entender abordar también desde la superficie o lo que es aparentemente superficial con lo que simbólicamente representa la presencia simbólica de Apolo, aunque la autora en ese sentido sea más racional a la hora de definir su visión cuando dice: “El equilibrio no significa evitar los conflictos, implica la fuerza para tolerar emociones dolorosas y poder manejarlas. Si disociamos excesivamente las emociones dolorosas restringimos la personalidad y provocamos inhibiciones variadas. De esto se desprende que la salud mental no es compatible con la superficialidad puesto que esta se vincula con la renegación del conflicto interior y de las dificultades externas. Se utiliza la renegación de manera excesiva porque el Yo no es suficientemente fuerte para afrontar el dolor” Efectivamente el Yo requiere de otros (yoes auxiliares) o como me gusta definirlos otros auxiliares internos o externos, objetos/ peños internalizados o que conviven con nosotros, que no tengan demasiado miedo de empeñarse o desempeñarse ante la presencia de Dioniso y lo que representa.

A mi mujer Nuria por ser una fuente de inspiración y por nuestras conversaciones sobre la vida y sobre la clínica.

 

Referencias/Bibliografía

Boszormenyi-Nagy, I. y Spark, G. (2012). Lealtades invisibles. Amorrortu editores. Buenos Aires-Madrid.

Freud, S. (2004). El malestar en la cultura (La aflicción y la melancolía). Alianza Editorial. Madrid

Freud, S. (2012). Introducción al narcisismo y otros ensayos (Lo perecedero) Alianza Editorial. Madrid.

Nietzsche, F. (2018). El nacimiento de la tragedia. Alianza Editorial. Madrid

Recalcati, M (2018). Il complesso di Telemaco. Feltrinelli Editori. Milano

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