La hoja de psicodrama nº 68

CONSTELADRAMAS.
Torres-Godoy, J.
Fecha de recepción: 11/05/2019
Fecha de aprobación: 13/05/2019.
LA HOJA DE PSICODRAMA Nº 68 (68-75)

Resumen

Consteladrama es un neologismo que, etimológicamente, significa la necesaria redundacia de realzar la acción dramática terapéutica en un mismo escenario en donde cohabita psicodrama y constelaciones sistémicas. Este dispositivo pretende integrar el trabajo de dos prolíficos terapeutas, Moreno y Hellinger. El primero por asentar mundialmente un método de acción dramática grupal, como sustento ontogenético y psicogenealógico de la palabra y el cuerpo. Y el segundo, a todas luces interesante al ralentizar la acción grupal terapéutica, por medio de los movimientos del espíritu, entre varios otros aportes. Los movimientos lentos, cadenciosos y profundos movilizan la neurobiología de áreas emocionales y preconceptuales en nuestro sistema nervioso central. De allí su importancia para el trabajo con traumas y duelos personales, grupales y colectivos. Más anuncios de investigación práctica y teoría crítica se requieren para convertirlo en un método de trabajo adicional, a tantos otros documentados desde el arte de la dramatización y la ciencia de la dramaturgia ancestral.

Abstract

Constelladrama is a neologism that, etymologically, means the necessary redundancy of enhancing dramatic therapeutic action in the same scenario where psychodrama and systemic constellations cohabit. This aims to integrate the work of two prolific therapists, Moreno and Hellinger. First to establish worldwide a method of dramatic group action, as an ontogenetic and psychogenealogical support of word and body. And second, clearly increasing interest by slowing the therapeutic group action, through the movements of the spirit, among several other contributions. The slow, rhythmic deep movements mobilize the neurobiology of emotional and preconceptual areas in our central nervous system. Hence its importance for dealing with trauma and with personal, group and collective grief. More advancements of practical investigation and critical theory are required to turn it into an additional work methodology, to many others documented from the art of dramatization and the science of ancestral dramaturgy.

Consteladramas

Sistémica, sociodramática, dramaturgia.

*Resumen del artículo del mismo nombre, libro “Dramaterapia: Teatros que curan el alma” Editorial Letra Viva,
Colección Arte & Psicoanálisis, Buenos Aires, Argentina, 2019 (En Prensa)

INTRODUCCIÓN

Etimológicamente, el término constelación, viene del latín, “constela” o “constellatio”, o “conjunto de estrellas”. Con (Prefijo) todo, junto; stella, estrella y (sufijo) ción, acción y efecto.

Se trata de un conjunto de estrellas (personas) que, mediante trazos imaginarios sobre la aparente bóveda celeste, forma un dibujo que recuerda una figura, generalmente de un animal, o de un personaje mitológico.

Por lo tanto, una constelación sistémica es “una imagen inconsciente que produce dolor y sufrimiento, cuando esta desordenada e incompleta” (Llaguno C., 2015).

El neologismo consteladramas es una fusión y al mismo tiempo una redundancia de las palabras, constelación y drama, para destacar (y realzar) las acciones, interacciones y coreografías de los sucesos personales y grupales en el contexto de la terapia, el asesoramiento psicológico y la psicoeducación.

En suma, realzar la acción en la etimología y en el drama es acción doble, tanto en la palabra escrita y hablada, dramaturgia, declamación, actos y obras.  Redundar en la acción busca reunir en un mismo escenario la disciplina de las constelaciones sistémicas con la dramaterapia, el psicodrama o terapias de acción, en un sentido amplio, asunto más bien sugerido, que llevado a la práctica en la actualidad.

Ambas líneas de trabajo personal, familiar, grupal u organizacional, pertenecen a dominios del saber y del hacer, disjuntos, con puntos de encuentro incipientes. Pretender mirar el trabajo de constelaciones con la óptica de la dramaterapia o del psicodrama o viceversa, es un contrasentido, ajeno tanto a la filosofía, epistemología, fenomenología, ciencia y práctica de aquellas.

No podemos hacer la lectura de una experiencia de constelaciones sin tener un profundo conocimiento de las bases teóricas acuñadas por su creador, el alemán Bert Hellinger, con sus aciertos y sus detracciones. Del mismo modo no podemos leer una escena en dramaterapia/psicodrama sin contar con un profundo conocimiento acerca de la ciencia y el arte de ambas disciplinas basadas en el teatro, terapia, sociología de pequeños grupos, psicología, metáfora y rito.

El trabajo de constelaciones tal como lo ha difundido Bert Hellinger por todo el planeta, merece una mirada respetuosa y complementaria de la comunidad de terapeutas sistémicos, para aunar esfuerzos en aras de ayudar a nuestros pacientes (Helliger B., 2011).

La propuesta de las consteladramas pretende ampliar el universo de las constelaciones propiamente tal, de la dramaterapia en general y del psicodrama en particular, generando un dispositivo de doble acción, en donde se complemente la mirada consteladora con la dramática y en la mejor de las prácticas fundir ambas estructuras en un todo coherente.

Moreno no habla, no desarrolla ni profundiza en el concepto de constelaciones, según la revisión de diferentes diccionarios de psicodrama especializados (Menegazzo CM., 2012; Cukier R., 2002).

En Fundamentos de la Sociometría, al referirse al grupo, solo señala que “la matriz sociométrica se compone de diversas constelaciones: tele, átomo social, superátomo o molécula (es decir, varios átomos ligados conjuntamente), y el sociode, que se puede definir como una aglomeración de átomos ligado a otras aglomeraciones por medio de cadenas o de redes interpersonales. Las redes psicosociales (afectivas) son otras de las constelaciones que pueden descubrirse en una matriz sociométrica” (Moreno J.L., 1962; Garrido Martín E., 1978).

Por su parte, José Fonseca, en su libro Psicodrama de la Locura dice que “frente a la situación ideal de plena capacidad de inversión de roles, tanto Moreno como Buber, sitúan entre las personas un momento especial que significa el encuentro. Este sucede en forma abrupta e intensa, de manera que la espontaneidad / creatividad presente es liberada en el acto de entrega mutua. Es un instante loco que representa un momento de salud de la relación. Gana la connotación de un orgasmo vital y expresa la explosión de centellas divinas en la fracción de tiempo en que sucede la pérdida de identidad personal, temporal y espacial. Las personas envueltas se funden en una reunión cósmica. El encuentro es la reconexión con el cosmos, a través de los elementos cósmicos (latentes), que todos traemos dentro de sí. Es volver a los orígenes.” (Fonseca J., 1980).

Hay una intencionalidad cósmica en estas metáforas celestiales, muy propias del pensamiento de Moreno, pero no surge algo como “constelaciones sociodramáticas”, aunque son evidentes las similitudes entre las constelaciones sistémicas y las configuraciones sociodramáticas o sociométricas del psicodrama, en donde el factor tele, o sea la percepción interna afectiva mutua de los individuos, es el cemento que mantiene unido al grupo familiar. Si sumamos la dimensión transgeneracional o psicogenealógica, pues entonces estaríamos en presencia de una auténtica configuración (constelación) sociodramática familiar, en donde las diferencias técnicas sólo recaerían en el uso de la acción y de la palabra dramatizada en la escena.

Sin embargo, parece ser que las configuraciones sociodramáticas están referidas a aquellas figuras que surgen del estudio sociométrico de un grupo y expresan la ubicación personal, así como las relaciones vinculares de todos y cada uno de los integrantes del grupo. Según Menegazzo “se ponen de manifiesto en el sociograma, a través de las lecturas de las mutualidades, que resultan del test sociométrico aplicado en referencia exclusivamente al criterio elegido”. Estas configuraciones dan paso al átomo social que implica todos los roles o contra roles complementarios que sostienen al individuo en su entorno afectivo más inmediato y que darán paso a figuras interpersonales tales como díadas, tríadas, cadenas, cuadrados, estrellas, círculos, socioides.

El trabajo también lleva por subtítulo: Sistémica, referida al mundo relacional, consciente e inconsciente, que se manifiesta implícitamente, en las acciones corporales y textos de quienes participan en la constelación.  Sociodramática, se refiere a la relación afectiva con el (o los otros), a partir de lo que Moreno llama el átomo social, desde la matriz familiar hasta la sociedad misma. Dramaturgia, en tanto textos poéticos, rituales y movimientos del espíritu, surgidos en una constelación, tengan la potencialidad terapéutica, como frases u oraciones sanadoras, a la manera de rezos y creación al convertirse en obra artística como sería el cambio personal sistémico.

Respecto de la dimensión sistémica, ésta se puede sintetizar desde categoría o acciones simples, pasando por las categorías de las interacciones (o cómo actúan e interaccionan las acciones simples), hasta coreografías o interaccionan las interacciones. Esto genera la idea de relación en su conjunto, en donde la observación clínica inicial se da a partir de los órganos de los sentidos, describiendo los sucesos y la corriente de ellos, para llegar a complejas descripciones de las pautas coreográficas interaccionales, que determinan la nominación de una “realidad” sistémica (Keeney B., 1981).

Como dramaturgia, siguiendo a Champetier de Ribes, la eficacia empírica de las frases sanadoras en las constelaciones, es evidente. Textos, cuentos, oraciones, oráculos, mantras verbales, en las constelaciones y en muchas terapias actuales, “son expresadas sin actuación (sin emoción actuante), aunque con la mayor adhesión posible, con convencimiento y profundidad, dado que ese pensamiento es siempre fruto del amor más profundo, sea por fidelidad arcaica o por amor creativo. Sin emoción, se refiere a sin dramatización, para no dar libertad a otras emociones que se autogeneran a sí mismas, y están desconectadas de la creencia real y de la emoción primaria liberadora, por ejemplo, amor y liberación” (Champetier de Ribes B., 2010).

En este punto surge una diferencia notable entre el quehacer del constelador y del psicodramatista, respecto del uso de la palabra y las acciones en escena. La palabra en la escena dramática, al surgir desde la improvisación del hablante, no siempre calza con la sensación sentida del actor o platea. Es decir, en muchas escenas la palabra hablada, desnaturaliza la potencia de las acciones en la escena; una suerte de descaldeamiento oscilante que acontece, que va y viene, ya sea por distracción o dispersión de los actuantes y que el director debe pesquisar e intervenir para que la escena no derive en una cascada defensiva de aplanamiento, emocionalidad desbordada e histriónica,  agresividad, o lisa y llanamente desborde actitudinal, sin un fin claro y estéticamente vacío.

En las constelaciones en cambio el rol de la palabra es fundamental y es utilizada en un único formato de texto verbal del facilitador, surgido desde su centramiento vacío en el campo, su integralidad y coherencia emocional y actitudes básicas del constelador tales como sin intencionalidad ni deseo de que algo ocurra, o sea confiando en que lo que acontezca en el campo sea lo que sea; sin conocimiento previo,  en el sentido de desprejuiciadamente abierto a lo que venga; sin temor a actuar de alguna forma preestablecida solicitada por lo culturalmente “correcto”; mirando lo que acontece con benevolencia, es decir, con compasión, para desde allí construir el texto y la acción dramática interventiva. Por lo tanto, director de psicodrama y facilitador de constelaciones pertenecen a lugares distintos. En dramaterapia/psicodrama se ubica en el centro de la escena dirigiéndola actitudinalmente y recibiendo cargas emocionales de los actuantes y grupo, asumiendo roles de guía, entrenador cercano, actor dentro del drama, director de escena y chamán en lo transpersonal (Johnson D.R., Emunath R., 2009). El constelador se mueve en la periferia del campo, procura nunca ingresar y más bien facilita lo que acontezca en los movimientos corporales y del espíritu de representantes a cierta distancia. Por movimientos del espíritu entendemos aquellos movimientos que surgen desde el interior de los representantes en forma lenta y sostenida, sin intencionalidad. Los describiré mayormente en profundidad.

Las frases sanadoras son dichas por el constelador, como un oráculo hacia donde todo el grupo tribal delega la sabiduría y confía en él. Y en eso se diferencian de los textos surgidos en la escena del psicodrama o de la dramaterapia.  Ambos, dramatista y constelador, administran y ostentan, buenamente, el poder delegado por el grupo al servicio de la comunidad.

Si hay un par de puntos en donde ambos dispositivos grupales confluyen son el tele, o sea la elección de los representantes por parte del representado, que sin ningún conocimiento ni información previa los elige (aunque a veces esta elección la ejecuta el constelador), y las técnicas de doblaje de parte del constelador, que declama las frases sanadoras, en un ambiente de profundo recogimiento ritual.

Un punto común, también a destacar, es el hacer público lo privado, o sea contar con testigos observantes, como quienes acuden a una misa o un rito de sanación, en comunidad, frente a un problema grave como aquellos que se mueven en el mundo de los secretos familiares y sistémicos: La muerte, la traición, el sexo, el poder, la agresión, la impunidad, la exclusión.

La testificación devela y hace pública la tragedia. La denuncia se oficializa. El torturador, perpetrador o tirano es juzgado ante los ojos de los hombres, de Dios y en el mejor de los casos, es castigado ejemplarmente para que nunca más vuelvan a suceder hechos tan horrendos como los acontecidos.

Profundizare en algunos puntos, a mi modo de ver, centrales de consteladramas.

Acerca de los movimientos del espíritu, una vez estando los representantes en lo que los consteladores llaman el campo para referirse al lugar en donde acontecerá la constelación, cada persona elegida para representar a la propia persona, sus familiares más directos, sus ancestros, los vivos y los muertos por varias generaciones, se deja guiar por movimientos corporales que vienen desde su interior. Se trata de movimientos lentos, pausados, parsimoniosos, que nada tienen que ver con los movimientos de la vida cotidiana ni de las personas que representan en la realidad. Tampoco tienen que ver con los movimientos que observamos en el psicodrama ni en dramaterapia ni en el teatro.

La respuesta que explica en parte este tipo de movimientos la encontré en la literatura neurobiológica de psicotrauma especializado. Levin señala que cuando trabaja en la recuperación de traumas graves utilizan la reedición de los movimientos que han quedado detenidos o congelados en el momento del ataque que ha sufrido esa persona. El trabajo consiste en volver a realizar dichos movimientos en forma lenta y rítmica, por ejemplo, apretar y soltar un puño que en el momento crucial no pudo hacerlo. O mover las piernas con parsimonia para remedar una huida no ejecutada, o levantar un brazo para defenderse, no necesariamente contratacar al agresor, sino para completar lo inconcluso. Este autor sostiene que en la jungla los animales que son atacados como presas por sus depredadores, si logran escapar con vida, hacen frenéticos movimientos de descarga posterior a la persecución, liberando toda la energía adrenalínica retenida. El animal que no hace esto, muere. Los seres humanos agredidos por otros seres humanos, que es el más grave de los psicotraumas, permanecen con esos movimientos inconclusos retenidos en sus cuerpos y se graban en las memorias emocionales, ni siquiera del sistema emocional, el límbico, sino en estructuras cerebrales más profundas y arcaicas del cerebro, vitales para la sobrevivencia, tales como la parte superior del bulbo raquídeo, el cerebelo y los sistemas extrapiramidales. Levine señala que “el énfasis en estos movimientos lentos, deliberados y atentos contrastan con lo que normalmente se solicita en diferentes terapias expresivas como el psicodrama y terapias gestálticas. Estas últimas suelen acentuar el movimiento externo corriente en lugar del movimiento interno sentido”. Estos son más involuntarios e involucran a otros sistemas cerebrales, diferentes a los voluntarios conscientes. Levine coincide con Pat Odgen, una psiquiatra especialista en tratamientos corporales de psicotrauma, basados en terapias sensoriomotriz, que denomina de abajo hacia arriba, para referirse a que parten del cuerpo hacia la mentalización. Los traumas graves ocupan la memoria más primitiva del ser humano, la procedimental corporal, de allí que las terapias verbales, psicoanalíticas, cognitivo conductuales o sistémicas, basadas en la palabra, sean menos eficaces por su escasa accesibilidad a aquellas memorias instaladas en el cuerpo.

Eso podría explicar que en el trabajo con constelaciones aparezcan con tanta facilidad temas, reales o simbólicos, actuales o transgeneracionales, de situaciones terribles que le acontecen al ser humano como asesinatos, genocidios, torturas, violaciones, abortos, muertes trágicas.

Me llama la atención la historia de la danza Butoh, un abanico de técnicas de danza creadas en 1950 por Kazuo Ohno y Tatsumi Hijokata, que, conmovidos por los fatídicos bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagazaki, comienzan con la búsqueda de un nuevo cuerpo, el cuerpo de la postguerra. Durante esa década, las imágenes de algunos sobrevivientes llenaban las calles, caminando con sus cuerpos quemados y sus globos oculares reventados colgando sobre las mejillas.  Así nació el Butoh, o la danza de la oscuridad.  Normalmente implica movimientos lentos, expresivos e imaginativos, con temáticas tan amplias como difusas, que tocan aspectos fundamentales de la existencia humana, al explorar la transición entre distintos estados anímicos.

Tal vez por eso, ralentizar los movimientos en psicodrama en particular, el minimalista, y en constelaciones activen zonas profundas del cerebro que cobijan memorias traumáticas procedimentales de los participantes y se generen en el espacio o campo, situaciones terribles consecuencias de traumas muy graves, que pueden más bien provenir efectivamente de situaciones reales, de los ancestros o sencillamente imaginarias o simbólicas de todo el sufrimiento colectivo de la humanidad. Activar esas zonas del cerebro nos conecta con el instinto de supervivencia, el cuidado de la pareja, la prole y la territorialidad.

Me atrevería a decir que este tipo de movimientos y desplazamientos sólo los he visto en el trabajo de constelaciones, así como también cuando las personas están en trance hipnótico o místico. Es como si cada representante fuese tomado por un espíritu que lo mueve y lo desplaza por el campo. Es raro ver expresiones sobreactuadas y si las hubiera, son falsas. Lo que no corresponden a la constelación, el facilitador suele detenerlo, para indicar retornar al movimiento del espíritu o del alma, como les denomino Hellinger. En constelaciones sistémicas se llama alma a estar en relación con algo más grande y este autor señala que “no tenemos un alma, sino que estamos en un alma, participamos de ella”. El trabajo de Hellinger, con todos sus seguidores y detractores, ha evolucionado desde las constelaciones sistémicas clásicas hacia el espíritu y últimamente hacia lo cuántico. El tema del campo proviene de la física cuántica y se refiere a regiones inmateriales de influencia a distancia, partiendo de la base teórica de que todo el universo, lo ocupado o lo vacío, es energía vibracional, ondas o partículas que se materializan frente a la observación humana. Por lo tanto, las constelaciones han tomado parte de estos paradigmas para afirmar que hay campos de influencias de muchas generaciones de ancestros en nuestros problemas actuales, en particular frente a la violencia, violaciones, traumas, asesinatos, muertes y abusos. El punto es que una aseveración y extrapolación de tamaña magnitud, no invalida la realidad de que, efectivamente, tenemos influencias ancestrales en nuestras situaciones actuales, sea explicable desde el inconsciente colectivo para los temas culturales, o del co-inconsciente moreniano referido a la influencia inmediata y presencial de los grupos, que explica las coincidencias significativas que suceden y sorprenden, de fenómenos sincrónicos de co-percepción, co-intuición y co-sensaciones vivenciales compartidas.

En psicodrama los yo auxiliares y el doble son ubicados por el protagonista en la escena, en primer lugar, en una topografía estática. Luego a través del cambio de roles, soliloquios y otras técnicas básicas se generan los diálogos de la escena psicodramática. Puede derivar la escena en una escultura que también es estática, aunque he observado esculturas en movimientos, tipo coreografías que muchas veces, desafortunadamente derivan en desnaturalizar la esencia de la escena, puesto que cada yo auxiliar, a menos que este muy bien entrenado y dirigido, puede sobrepasar los límites y coloque en escena, inevitablemente, sus historias.  Por eso es central la presencia del director quien como un orquestador puede dar consignas y señalamientos parcos y eficaces para conducir la escena a buen término.

Hellinger nos habla en constelaciones del centro vacío, de la no intencionalidad del constelador, y de los representantes para dejarse llevar, una vez situados en el campo, por los movimientos del espíritu que vienen desde dentro del cuerpo, a partir de sensaciones sentidas. Gendlin también nos habla del referente directo, y se refiere a una sabiduría corporal sentida que nos mueve a la acción corporal previa a ponerle palabras, etiquetarlas, lo que denomina asidero verbal.

En las consteladramas partimos de algunas de estas premisas. El protagonista elige a los yoes auxiliares y los ubica en el espacio, formando una escultura. A partir de ella se da la instrucción de dejarse llevar por los movimientos del cuerpo y las sensaciones sentidas. Se es enfático en que estos sean lentos, como si el tiempo estuviese detenido. Allí se logra una dinámica muy similar a la observada en el trabajo de constelaciones. Hemos también explorado consteladramas una variante muy interesante, en donde solo director y protagonista conocen la identidad de los representantes. Es como lo realizado por Manuela Maciel con el auxiliar incognito. Lo sorprendente es que los cuerpos se desplazan por el espacio en forma cadenciosa. Se utilizan elementos propios de las constelaciones como cuando uno de los representantes mira al piso, se asume que hay algún muerto de alguna generación pasada, algún trauma, asesinato o violación a la integridad personal y se designa a otro auxiliar para ser ubicado en ese lugar, acostado boca arriba o en posición fetal.

Un ejemplo personal e impactante es al participar en una constelación del grupo Icalma en Chile. Se trabaja el caso de un padre ausente que abandona a dos gemelas en su infancia. La consteladora lo trabaja en tándem y, secuencialmente, va amplificando la biografía de ambas gemelas, que en lo grueso es muy similar respecto de la distancia emocional hacia el padre muerto. Al comenzar la constelación tengo la certeza intuitiva de que seré elegido, como padre, lo que efectivamente sucede. La constelación se lleva a cabo con una gran descarga emocional de ambas gemelas con frases sanadoras de reconciliación. Lo sorprendente de todo esto, y al final del trabajo lo señalo al grupo, es que yo, en mi vida real, soy padre de dos gemelas y de seis hijos, al igual que el padre muerto de la constelación. Si quien lee esta anécdota es psicodramatista, pues no se sorprenderá y lo atribuirá al factor tele y al co-inconsciente grupal, cosa en lo que concuerdo y que después de cuarenta años como psicodramatista, aun me maravilla. Bert Hellinger estudio el trabajo de Moreno, de Virginia Satir y de otras corrientes terapéuticas tribales en su estadía como misionero en Africa. Me atrevería a decir que su aporte en el psicodrama, desde las constelaciones, es haberlo ralentizado, para llegar a lo esencial del movimiento corporal, el movimiento auténtico, lo que hemos llamado en nuestro psicodrama, caldeamiento minimalista que funciona casi como una meditación en movimiento.

Por otro lado, en general no concordamos plenamente con la modalidad de las frases sanadoras de las constelaciones sin desconocer su eficacia, cuando en algunos contextos aparecen estereotipadas y maqueteadas, dado que proviene de lo dicho por Hellinger con pocas variaciones creativas de los facilitadores. Preferimos en las consteladramas del soliloquio, doblajes y espejamientos espontáneos y creativos que surgen de la mente de los yoes auxiliares, público, director y del propio protagonista.

El tema del campo merece ciertas reflexiones. El psicodrama se llama espacio psicodramático. En teatro escenario. En constelaciones campo. Se refiere al espacio vacío a llenar con eventos. Ahora bien, lo acontecido en el campo de las constelaciones pues nunca me deja de sorprender. Es como si los hechos estuviesen inscritos en la mente colectiva de los participantes y no solo sincrónicamente sino diacrónicamente, es decir, se funden pasado, presente y futuro al observar las imágenes allí vertidas. Los ancestros vivos y muertos y mas aun, los de varias generaciones anteriores que nos antecedieron resucitan, colonizando y poseyendo los cuerpos de los representantes o auxiliares para transformarlos en sombras vivas de quienes fueron y de lo importante de sus vidas en las nuestras. Podemos explicar este fenómeno desde varios puntos de vista. Inconsciente colectivo junguiano, tele y co-inconsciente moreniano, campos y resonancias mórficas o causación formativa de Sheldrake o lisa y llanamente efecto cuántico de la física en donde pasado, presente y futuro están plegados en un espacio vacío pletórico de vida manifestada por vibraciones que van desde la materia hasta la energía luz. En fin, todo puede ser. No hay evidencia de que sea lo que sucede en realidad, si hasta la realidad misma que aprehendemos por nuestros sentidos es relativa. El hecho práctico es que en la clínica así sucede y, lo más, estas sincronías nunca dejan de asombrarnos.

Nuestro trabajo en consteladramas es iniciático. Es por ello, que se trata de una propuesta en desarrollo que requiere más investigaciones fenomenológicas grupales y familiares para sustentar un método que legitime a nivel científico y práctico, en un mismo plano, las constelaciones, terapia sistémica, psicogenealogía, psicodrama y salud.

Referencias/Bibliografía

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