Es posible que estas interpretaciones de la personalidad y de la obra de Moreno parezcan a algunos un retrato favorecedor. No niego mi vieja y sincera amistad por J. Moreno. Es posible que, subconscientemente, me hayan dominado mis sentimientos y me hayan llevado a «cristalizar» en Moreno más méritos de los reales.
Los que piensen así, que acepten mis interpretaciones como una exaltación de la figura de Moreno a la categoría de «hombres representativo» de la Era de los Grupos, en la acepción de Emerson.

Si este hubiera vivido en nuestra época, es más que probable que junto a los ensayos sobre «Platón o el filósofo», «Swedenborg o el místico», «Napoleón o the man of the world», o «Goethe o el escritor», se habría creído en el deber de exaltar la figura de un psicólogo. Entre Freud o Moreno, imagino que la elección habría recaído en el segundo por la mayor afinidad del pensamiento idealista y religioso del filósofo americano con el del creador del psicodrama.