DE LA IDENTIDAD CULTURAL LATINOAMERICANA PARA UNA COSMOVISIÓN INTEGRADORA.
Menegazzo, C.M.
Fecha de recepción: 06/04/2019.
Fecha de aprobación: 19/09/2019.
LA HOJA DE PSICODRAMA Nº 69 (58-65)
Aportes de las vetas profundas de la identidad cultural latinoamericana para una cosmovisión integradora
PONENCIA DE APERTURA “Convivencia Junguiana al Sur del Sur” “TANTANAKU”. Primer Encuentro en América Latina. Provincia de Buenos Aires, Argentina. Viernes 12, sábado 13 y domingo 14 de agosto del 2016.
Así como en Éranos, a orillas del Lago Maggiore se reunían y se reúnen alrededor de la mesa redonda, los participantes al banquete con la idea de crear un espacio para el espíritu y un lugar de encuentro entre el saber de Oriente y de Occidente, hoy nos hemos citado aquí y ahora.
De aquí en más, en cada una de estas citas al Sur del Sur, nos daremos tiempos, para que pueda configurarse la integración de cada una de las valiosas voces étnicas que subyacen en el trasfondo de nuestra cultura. Una cultura en la que pulsan vetas sumamente ricas: Ameriká Originaria, Oriente, Occidente y Lo Afro. Ameriká fue el nombre primigenio del continente que habitamos. Es muy ingenuo seguir creyendo que el tópico América tenga algo que ver con el navegante italiano Américo Vespuccio; una verdadera estupidez. Prisco, filósofo escéptico, cínico y neoplatónico, maestro del joven Flavio Claudio Juliano quien fue luego Emperador Romano (331-363. D. C.) decía “La historia es un chismerío inútil acerca de un suceder, cuya verdad se pierde en el instante mismo en el que ha tenido lugar. Os ofrezco esta frivolidad por lo que es: ¡la verdad! ” (Gore, 1996).
En 1935 desde Viena copada por el nazismo, llegó a Buenos Aires la voz de Éranos y el pensamiento de Carl Gustav Jung, a través de la Dra. Verena Broden de Kaitz. Ella formó aquí en Buenos Aires, al sur de América Latina, el primer cenáculo que la acompañó en la siembra de la cosmovisión junguiana.
Sus discípulos a partir de hoy, a la luz de lo que nos enseñaron y de lo que fuimos construyendo juntos, constituimos aquí TANTANAKU. Un espacio que espero será, de aquí en más, lugar de encuentro nutricio entre diferentes generaciones que comparten el pensar y el sentir analítico-sintético.
Lo estamos fundando precisamente al Sur del Sur, en honor al primer cenáculo porteño: Verena Broden, Ernesto Helvio Izurrieta, Abraham Haber, Jerónimo y Helena Reuss, Tito Leser, Carlos Wang, Magdalena Bleyle, Fernando Pagés Larraya, Carlos Badano y otros grandes maestros que nos enriquecieron con sus enseñanzas y sus anhelos de nueva humanidad: Jacobo Levy Moreno, M. Gandhi, Víktor Frankl, Gregory Bateson.
Así como en Éranos el pensamiento junguiano comenzó la tarea para encontrar enlaces entre las voces de Occidente y de Oriente, en TANTANAKU el Centro Junguiano de la Fundación Vínculo en el que venimos trabajando desde hace más de treinta años, ofrecemos este espacio para trabajar en la integración de todas las culturas que, desde el trasfondo de los tiempos, nos enriquecen.
Las voces sabias que pulsan en el trasfondo de la cultura latino-americana.
Desde hace muchísimos milenios, la de los “primigenios” (Vega, 1971) y la de los llegados desde “Mu” (Paiva, 1990, 2002) con sus leyendas, mitos de creación, cosmovisiones, rituales y prácticas sagradas. Se agregó luego la infuencia templaria (Bauer, 2005) y antes de la voz del Temple varias otras, por circunstancias de convivencias y alianzas, sistemáticamente negadas por los posteriores colonizadores. A partir de la bula papal que otorgaba a los conquistadores españoles el derecho de posesión de todo lo descubrieran; los nuevos colonizadores y el poder español, fuero borrando sistemáticamente en “Las Indias” toda huella de posibles contactos preexistentes. Hoy no hay ninguna duda que navegantes vikingos, griegos, judíos , cátaros y templarios, tuvieron vínculos con las culturas aborígenes de Ameriká. Muchos años después, los autodenominados “conquistadores europeos” (e.g., Las Casas, 1556, 1956; Galeano, 1971), hombres violentos, dispuestos a la aventura y a la avidez, que dejaban atrás sus vidas mercenarias, cárceles y persecución. Fueron: arios, hispanos, iberos, galos, murcianos, semitas, gitanos, caucásicos (etc.) y de inmediato, desde principios de la colonización europea, las voces de los esclavos orientales introducidos desde el Pacífico y las de los africanos desde el Atlántico; gentes muy diferentes pero todas doloridas por haber sido arrancadas de sus tierras natales, para ser usadas como fuerzas de trabajo esclavizado.
Tras este primer gran mestizaje y luego del genocidio aborigen, fueron confluyendo nuevas fuentes migratorias que buscaban Tierra prometida para hacer la América. Así llegaron en fuga de las grandes guerras otros europeos, con sus bagajes culturales: “Tanos”, “Gallegos”, “Rusos”, “Vascos”, “Alemanes”, “Griegos”, “Armenios”, “Eslovenos”, “Serbios”, “Croatas”, “Turcos” y otros no europeos también: “Chinos”, “Japoneses”, “Vietnamitas”, “Coreanos”, “Paquistaníes”, “Indúes” (etc.), que configuran el gran entramado actual de nuestra identidad cultural, cargada de riqueza y de dolor!
Trabajaremos para reconocerla, comprenderla, rescatar sus valores, respetarla en sus diferencias e integrarla como propia. ¡Esta es la propuesta de “TANTANAKU”!
Superar la Torre de Babel
Carl Gustav Jung, siguiendo las inquietudes de los románticos que lo precedieron, continuó el desafío filosófico de abrir el Pensamiento de Occidente al pensar de Oriente; pero advirtió también del peligro de posibles caídas en orientalismos y occidentalismos negativos. Vemos hoy que sus premoniciones tienen su peso.
Abrir nuestras búsquedas a todas las Voces sabias de nuestra identidad profunda puede favorecer un mejor equilibrio y un reaseguro, ante potenciales caídas en polaridades decadentes.
Es imprescindible entonces:
1)Investigar la Sabiduría seminal (Kusch, 1966, 1973, 1975, 1976) y escuchar a los maestros vivos que nos hablan en la actualidad, así como a los sabios ancestrales que vienen enseñando dese el trasfondo de los tiempos. Abrirse a la cultura de la América Originaria no solo ofrece riquezas. En lo personal América Profunda me cambió la vida.
También estoy convencido que hay que ir al rescate de Lo Afro que vibra profundamente en el inconsciente colectivo de nuestras poblaciones. Una veta cultural que ha calado muy hondo, tanto en el Norte como en el Sur de nuestro Continente. Las comunidades de color en el hemisferio norte también fueron violentadas y obligadas a callar, desde la soberbia dominante y no sólo durante las etapas colonizadoras, sino a lo largo de gran parte de la historia de nuestra Ameriká Total. Lo Afro, a pesar de tanta esclavitud, cosificación y censura, estalló como un tifón en el Jazz.
Hoy hay voces de Luther King que resuenan positivamente en el mundo entero (e.g., desobediencia civil y no violencia, igualdad racial, libertad y orgullo, pacifismo y compromiso personal, vida espiritual frente a confort material, fe, amor y poder, ciencia y religión, compensación histórica, fuentes e inspiraciones) (Clayborne, Holloran, Luker, & Russell, 1992) y hay palabras de Nelson Mandela, pronunciadas en Sudáfrica, que Vocan su maestría en todos nosotros (Mandela, 1995). Son dos ejemplos que alertan a no seguir desechando tesoros. Es necesario investigar los hondos registros de todas las grandes almas que nos aportó la esclavitud. Pensadores que nos han dejado testimonios de mucho valor. Grandes almas nos han dado testimonio de sus valores. Lo Afro incluso ha gritado desde la dignidad de su esencia: La Negritud. Me permito recordar aquí a: Guillen, Abrevalo, Césaire, Fanon, Raumein, Lumumba, Briere, Damas, Senghar y Cristian Smutht, además de la cotidiana creatividad que se manifiesta inagotablemente desde las profundidades vitales del co-inconsciente étnico, a través de las artes, el hacer, el sentir y el pensar de nuestras comunidades de color. Cito a Nicolás Guillen (1955) en su decir: “Soy hijo y nieto de esclavos ¡Que se avergüence el amo!”. O el texto de Aìme Cèsaire (1939) “Partir… llegaré liso y joven a ese país mío y le diré a ese país con cuyo barro fue amasada mi carne: – Erré largamente y he aquí que regreso al horror desertado de tus llagas. Y viniendo me diré a mí mismo y sobre todo al cuerpo mío y también al alma, no os crucéis de brazos en la actitud estéril del espectador, pues la vida no es un espectáculo, porque un mar de dolores no es un proscenio, porque un hombre que grita no es un oso que baila (…)”.
También es importante rescatar la creatividad que sigue manando hoy, inagotablemente, desde la profundidad del coinconsciente étnico, en las artes, en el hacer, el sentir y el pensar de nuestras comunidades. En lo que respecta a Lo Afro, espero que alguien de los aquí presentes acepte este específico desafío. En Argentina las huellas culturales de lo Afro han quedado muy reducidas, después de la vergonzante guerra de la “triple alianza” contra el Paraguay (a la que fueron enviados como carne de cañón nuestros hombres de color).
Todas nuestras vetas sapienciales claman por ser escuchadas: Ameriká , Oriente, Occidente y África. Son riquezas que laten poderosamente y es muy importante capitalizarlas, si realmente queremos buscar equilibrios en nuestra identidad.
Nuestro rol como sociedad sensible
Hemos caminado hasta aquí en aras a una misión codisciplinaria: generar en TANTANAKU un remanso, para que fenomenólogos, filósofos, epistemólogos, teólogos, meditadores, psicólogos, médicos, antropólogos imaginación activa e investigadores de mitos ancestrales, entramen sus experiencias y sus reflexiones en pos de una mejor humanidad.
Son tiempos difíciles los nuestros
Tiempos de pasiones tristes, de sufrimiento psicológico, crisis sociales (Benasayag & Schmit, 2010) y de tormentas generacionales (Molinari, 2011). Y quiero hacer especial referencia aquí, al rol que la comunidad requiere de quienes pertenecemos a la “sociedad sensible” (Bleyle, 1968). Muchas de las problemáticas que nos aquejan en el mundo de hoy, provienen de la decadencia generalizada de los sistemas de creencias (Bleyle, 1968).
Alcanza con que tengamos en cuenta el predominio de “los siete pecados sociales” que señaló M. Gandhi y como se han ido instalando en el sistema imperante. Varias han sido las consecuencias desde tanto pulsar de lo sombrío. Grandes caídas que fueron promoviendo lo peor en todas las culturas.
En el panorama mundial, hoy, visualizamos escenas de degradación, tanto en las esferas de máximo poder, como en las masas acríticas. En nuestro planeta se está desarrollando violencia entre miserables de arriba y miserables de abajo. Enfrentamientos de sub-humanidad que originan cadenas de víctimas y victimarios, inseguridades, rencores, intolerancias, fundamentalismos. Está creciendo el hambre en el mundo y al mismo tiempo (por oposición) se exacerbó el consumismo y el materialismo; se profundizó el sinsentido, el mal uso de fármacos y las caídas en graves adicciones.
Si damos un vistazo al pasado lejano de la humanidad, todas estas características son típicas de los cambios de milenio. Corrupciones que vinieron repitiéndose prehistóricamente, desde los tiempos de Neandertal y Cromañones. Hasta la fecha no se ha salvado ningún continente ni cultura alguna. En diversos tiempos y en diferentes espacios tales tragedias volvieron a asolar, reiteradamente, al planeta. Dentro de los tiempos históricos recordemos: la caída del mundo griego, la del imperio romano y en la tardía edad media (alrededor del año mil).
Y volvamos ahora a nuestro tiempo
Desde la comprensión de los opuestos y la cosmovisión que compartimos, sabemos que el bien contiene al mal. ¡Y viceversa! El renacimiento europeo trajo a Occidente un nuevo modo de pensar, por cierto sumamente positivo pero también introdujo semillas de la cizaña que hoy estamos padeciendo (Llamazares, 2011).
El renacimiento europeo no hubiera sido posible sin los antecedentes culturales que se fueron dando en Toledo, durante los reinados de Alfonso el Sabio y su padre. En tales contextos, cristianos notables, árabes y hebreos (entre ellos Maimónides), se desafiaron, pelearon con fiereza y discutieron, pero finalmente pudieron dialogar, en torno a la autenticidad de los propios valores. Estos comienzos de integración echaron las bases culturales del renacimiento europeo (Lowney, 2007). Alfonso fue verdaderamente sabio para lograr coordinarlos, pero no pudo ser al mismo tiempo un hábil administrador de las finanzas de su reino. Por esta causa el pensamiento renacentista intentó rebrotar en Nápoles y luego se afirmó en Florencia y Venecia, donde había muchísimo dinero.
También “la revolución Industrial” ocasionó a nuestra América (Galeano, 1971) conflictos y heridas que duelen todavía y a lo que hay que sumar hoy lo positivo y lo negativo propios de la globalización, la postmodernidad y la crisis del cientificismo (Benasayag & Schmit, 2010). Muchos problemas, pero también aspectos positivos en aras al crecimiento humano.
Y para no dejarnos arrastrar a la “noche del alma” recordemos que: ¡Así como no hay hombres perfectos, tampoco hay culturas perfectas!
A pesar de lo decadencias, hay muchos valores en los aportes de cada veta cultural de nuestra identidad. ¡Es cuestión que trabajemos en su rescate y sepamos integrarlos!
Sólo de este modo obtendremos un sólido sostén, enraizado en las profundas urdimbres de esta poderosa cuaternidad ancestral. Esto nos ofrecerá mejor anclaje y nos evitará caídas en polaridades.
Vale la pena la tarea que nos estamos proponiendo ante los desafíos del cambio de milenio que nos toca vivir.
La cualidad positiva más definitoria de nuestra Impronta de Occidente fue y sigue siendo fundamentalmente “La Búsqueda del Ser”. La cultura que denominamos occidental (generalmente llamada Judeocristiana) en verdad integra también vertientes persas, fenicias, egipcias, greco-romanas, árabes, celtas, godas, visigodas, vikingas, íberas, normandas, sajonas, británicas, yanky, (etc.).
Las Vetas culturales del Oriente, que también vibran en las profundidades de nuestro co-inconsciente e inconsciente colectivo, nos promueven al autoconocimiento, al “trabajarnos por dentro”, a la “superación del Ego”, la “salvación” y al “nirvana”.
Y en cuanto a “Ameriká Originaria”, clama por manifestarse en nuestros modos de vincularnos con su “sabiduría del saber estar”.
Reitero entonces: es cuestión que trabajemos. ¡Y la tarea no es nada fácil por cierto!
Para no perder esperanzas entonces, ante las dificultades de este umbral de milenio, tengamos en mente lo señalado por los grandes maestros: “Más Allá del Espacio-Tiempo también el Mal termina operando para el Bien”.
Y recordemos:
“Los milenios siempre caldean mitos apocalípticos”.
Si logramos comprender esto podremos prevenirnos; lo que no es poca cosa.
Tendremos en cuenta que: “Apocalipsis” significa “Revelación”. “Catástrofe” exige “Catastros de Fe”, “Gente solidaria, dispuesta a trabajar para una Nueva Utopía, al estilo de la que nos propuso Galeano en su presentación en la Usina De Las Artes “Vamos a delirar juntos”, un verdadero alegato que nos dejó en herencia.
Varones y mujeres con facultad de humildad, capaces de ofrecerse a sus comunidades a la manera de sencillos instrumentos, dispuestos al auténtico servicio. Promotores de libertad, creatividad, concordia y cooperación.
Todas las confesiones piden esta disponibilidad solidaria a sus fieles (Bleyle, 1968). Trabajar para una “Utopía” significa disponerse a “lejanos horizontes”, “albas” que naturalmente pueden ser vividas como “interminables”; largos procesos y duras tareas que pueden darnos alegría, pero también suelen caldear fragilidades.
La epistemóloga Magdalena Bleyle (Bleyle, 1968) señaló que la “sociedades sensibles” han sido, y son, las que mantienen vivos a los pueblos. Ellas constituyen “redes críticas” y tienen tales cualidades porque mantienen el recuerdo de los propios “héroes”, guardan los tesoros de sus “mujeres y varones buenos”, así como los de sus “científicos” y sus “sabios”.
Sin “humanidad sensible”, en los umbrales de milenios el “vulgo acrítico” terminaría perdiendo condición de pueblo, degradándose y volviéndose masas anómicas, subhumanas y fanáticas.
En tiempos de tanta pasión, sufrimiento psicológico y crisis social, son las redes de comunidad crítica las que logran transmitir y mantener vivos los valores fundamentales de la cultura a la que pertenecen. ¡Y esto da esperanza!
Vale la pena entonces sostenernos en el legado de fe que nos ofrece la “cosmovisión” de C. G. Jung” y el “psicoanálisis transpersonal”. En nuestro medio Raúl Usandivaras (1994) lo testimonió con su vida y Carlos María Martínez Bouquet nos lo sigue enseñando con sus reflexiones a partir de la pregunta “¿Hacia adónde va la humanidad?” y sus investigaciones en torno a la interrelación de lo Pausi, Meso, Multi y lo “Totidimensional” (Martinez, 2007).
He colocado en una de las paredes de esta sala, un texto profético de la cultura Maya: “La última transparencia”. Es muy esclarecedor en torno a la nueva aurora y nos nuevos horizontes para mantener la fe.
En estos tiempos es imperioso que trabajemos el autoconocimiento y encaremos tareas personales de alquimia en torno a nuestros aspectos sombríos, promovidos con demasiada frecuencia por el embate de los “siete pecados sociales: Política Sin Principios. Riqueza Sin Trabajo. Placer Sin Conciencia. Conocimiento Sin Carácter. Comercio Sin Moralidad. Ciencia Sin Humanidad. Culto Sin Sacrificio.
Son tiempos que nos exigen enfrentar los aspectos sombríos propios de cada uno de nosotros y trabajar alquímicamente el rescate de las virtudes sociales en el meollo mismo de nuestra interioridad: Política con principios.
Riqueza basada en el trabajo. Placer sustentado en la libertad del alma. Conocimiento con templanza. Comercio con moralidad. Ciencia con humanidad. Culto comprometido y responsable.
Y, como si esto fuera poco ir rescatando también, desde nuestras honduras, las auténticas luces y los talentos personales que nos permitirán adecuar nuestra capacidad profesional y obtener una más rica vincularidad social.
– ¡Este es el rol a cumplir! –
– ¡No es nada fácil por cierto! –
-¡Pero nos hemos formado y estamos preparados para esto!
– ¡La comunidad lo espera de cada uno de nosotros!-
Algunas preguntas pueden ayudarnos, para confirmar si estamos bien encaminados:
¿Practicamos Meditación en sus tres formas: contemplativa, activa y analítica?
¿Solemos reflexionar en anamnesis en torno a errores y aciertos cometidos?
¿Trabajamos la comprensión de los mensajes oníricos que nos envía nuestra rectoría profunda?
¿Hemos abierto la capacidad de escucha al propio cuerpo?
¿Hemos aprendido (en forma personal y grupal) a profundizar en la propia Autobiografía y en nuestra Mitología personal?
¿Sabemos explorar los propios Umbrales de concepción y nacimiento, cuando sea necesario?
¿Investigamos matrices de identidad, familiar y social mediante psicodrama y sociodrama arquetipal, para lograr las integraciones catárticas que nos permitan superar nuestras fijaciones subjetivas?
¿Sabemos que necesitamos encarar la propia “Persona” para poder soltarnos, superar tipologías que suelen rigidizarnos y emprender con libertad el camino de individuación y el proceso de notridad? Notridad es un concepto propio de la filosofía de la Vida que fue enunciado en los Círculos Codisciplinarios de Antropología Vincular en los que participaron Gabriela Rebok, Carlos Cullen, Jorge Saurí, Vicente Rubino, Mauricio Abadi, Raul Usandivaras y quién escribe.
¿Nos permitimos develar alquímicamente los propios defectos y (sin negarlos) afianzarnos en nuestras virtudes y talentos, para poder expresarlos?
¿Trabajamos con nuestros aspectos sombríos, tarea que nos permitirá canalizar
sus fuerzas hacia lo creativo y lo responsable?
¿Investigamos en torno a nuestros ancestros cuando sea necesario, para reconocer huellas potencialmente condicionantes y afirmarnos en las facultades positivas que nos han dejado como herencia?
¿Buscamos dilucidar los registros arquetipales que van surgiendo (a la manera de pruebas del destino) a lo largo de la propia vida relacional, para capitalizarlos y mejorar los modos de ser y de vincularnos, con nuestro prójimo?
– ¿Aprendimos a afrontar los cambios de sentido en cada crisis de nuestra existencia, descubrirlos, ser coherente con ellos y ponerlos en acto? He observado con frecuencia que, en diversas comunidades de Ameriká, los hombres de conocimiento, jefes guerreros, estrategas, sacerdotes y chamanes, cambian su nombre en momentos especiales de sus vidas.
Les propongo meditemos analíticamente, durante las pausas y los momentos de silencio de estos tres días de encuentro, en torno a estas preguntas para rescatar tesoros, para capitalizar fuerzas positivas y darnos aliento en la incómoda tarea de seguir creciendo.
-¡Aquí estamos!- -¡Juntos y en notridad!
– El Santo Grial que (según prestigiosos pensadores) está enterrado en el corazón de cada uno de nosotros y en lo más profundo de Latinoamérica, en este umbral de milenio en el que nos ha tocado vivir: ¡O lo buscaremos entre todos! O como en la época del Rey Arturo ¡No servirá para nada!
-¡Pero aquí estamos!- -¡Aquí estamos!-
Para esto vinimos formando, con la supervisión de los maestros del primer cenáculo junguiano de Buenos Aires, antropólogos vinculares, sociodramatistas y psicodramatístas con orientación moreniano–junguiana (desde 1963 en la Sociedad Ontoanalítica Argentina, del 69 al 76 en el Instituto A. Ameguino, del 78 al 85 en el Instituto de Psicodrama Buenos Aires) y desde 1985 en la Fundación Vínculo, en los Círculos Co-disciplinarios y en el Centro Junguiano de Antropología Vncular, en cuyo seno creamos la Red de Meditadores y se ha constituido la actual Red de egresados.
¡Y aquí estamos!
Convocantes y auspiciantes
¡Juntos!
Con otras redes sensibles que estamos representando y otras que aquí y ahora nos acompañan.
¡Juntos!
Reconstruiremos cultura e identidad en el Gran Orden del Sol y de la Luna, siguiendo el dictado de un mito sumamente precioso, de nuestros hermanos Tupi.
Nos constituiremos en saludable resistencia. Presentaremos frentes de humana transgresión. Redescubriremos esperanzas de integridad.
Y crearemos en plena libertad.
Jacobo Levy Moreno (Moreno, 1978), el fundador del Psicodrama (inspirado en “Al principio fue el Verbo” del evangelista San Juan y en “Al principio fue el Acto”, voz que Goethe puso en la boca del Fausto) propuso como fundamento del propio pensar que es también una cosmovisión: “Al principio y al final será el Encuentro”. La Matemática pura, la Física y la Biología, coincide hoy con esta concepción (Fantappié, 1942).
Cuando logremos, mediante el trabajo alquímico profundo de quienes constituimos el cañamazo de las redes sensibles de nuestra comunidad, integrar los valores de América, África, Oriente y Occidente (vibrando en notridad) cambiaremos nuestros modos de ser y de vincularnos y encararemos “La nueva utopía”, tal como anhelaban Eduardo Galeano (entre nosotros) y José Saramago en Lancelote.
¡Una Nueva Cultura Planetaria!
Creo que nuestros maestros (Carl Gustav Jung y Jacobo Levy Moreno) esperan esto de nosotros. Una cultura integradora que hará comprendernos mejor y permitirá aceptemos nuestras diferencias, hasta lograr:
-Admirarlas sin exclusiones
-Sentirnos dignos de ellas
-Disfrutarlas
-Maravillarnos ante las riquezas de lo complementario
– Cultivar nuestra facultad de asombro
– Desarrollar las capacidades de curiosidad e inquietud
-Estimular el anhelo constante de aprendizaje
-Crecer en la auténtica capacidad de amar
-Descubrir nuestros talentos y expresarlos
-Elegir nuestra verdadera vocación, practicarla y enseñarla con alegría
-Ejercer la profesión como servicio personal y en concordia con los demás
¡Nada menos y nada más!
Muchas Gracias.
Referencias/Bibliografía
Bauer, M. (2005). Il Mistero Dei Templari. Roma: Newton & Compton Editori.
Benasayag, M., & Schmit, G. (2010). Tiempos de pasiones tristes, sufrimiento psicológico y crisis social. Badajoz: Siglo XXI.
Bleyle, M. (1968). Nuestra incómoda libertad. Buenos Aires: Troquel.
Cèsaire, A. (1939). Cuadernos de regreso al país natal. Zamora: Fundación Sinsonte.
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