A Moyses Aguiar
Escribir acerca de Moyses Aguiar, es hacerlo de uno de los referentes del mundo psicodramático.
Su enriquecimiento al teatro espontaneo manteniendo un reconocimiento a las ideas originales del teatro de la espontaneidad de Moreno, a la vez que recreando su propia manera de ver y hacer, ha contribuido a reforzar la profundidad conceptual y el alcance terapéutico del teatro espontaneo y a revalorizarlo en el universo psicodramático.
Mi primera toma contacto con Moyses Aguiar fue en 1996 a través de la lectura de su artículo “Teatro espontaneo e Psicoterapia Psicodramática”, publicado en la Revista de la Febrap. Me impacto su claridad, esa que solo se puede transmitir cuando existe un soporte de experiencia, profundidad reflexiva y una dosis transgresora de desafío a lo arraigado, implícita en la creatividad. Su obra “Teatro Espontaneo y psicodrama” publicada en 1998 fue el catalizador de su trayectoria en este campo. Continua siendo un texto innovador, totalmente vigente e indispensable para contactar y/o adentrarse en el teatro espontaneo. Y me atrevo a afirmar que se encuentra dentro de las obras indispensables a conocer por los psicodramatistas, hagamos o no teatro espontaneo.
Le vi trabajar en dos ocasiones. La primera en 1997 cuando le conocí personalmente en el primer congreso iberoamericano de psicodrama celebrado en Salamanca, del que fui coordinadora. Posteriormente en 1999 en el 2º Congreso celebrado en Aguas de Sao Pedro en Brasil. Las recuerdo como expresivas de momentos significativos y diferentes, pero en ambas experiencias percibí una enorme coherencia entre su concepción del teatro espontaneo transmitida en sus textos y su manera de hacer y estar. Destaco la transmisión de su creencia en el potencial grupal y la confianza en el grupo. Una actitud que le brotaba cálida sin impedirle ejercer claramente su autoridad marcando límites claros cuando el grupo lo necesitaba. La presencia de manera casi mágica, de la conjunción entre “la estética surgida de la interacción y el componente terapéutico implícito en la creación y la representación”. Y el surgir de la espontaneidad tal como la concebía, plasmada en la “libertad de exploración colectiva” para la construcción con y entre todos de “algo nuevo”.
Su visión de la capacidad terapéutica del teatro espontaneo junto con una posición de compromiso social con los grupos y la comunidad, le llevó a abrir y/o reforzar con maestría y ética vías de intervención sociodramatica y comunitaria mediante el teatro espontaneo, en conexión con otros compañeros/as. Su aportación junto con M.E. Garavelli en el 2º congreso iberoamericano de psicodrama “Teatro Espontaneo y Comunidad”, partió con la declaración -expresada con pasión- de que “todo psicodramatista tiene que ir donde está el pueblo.”
Quiero compartir en este espacio un fragmento de la experiencia del acto de clausura del primer congreso iberoamericano, que Moyses coordinaba y dirigía junto con otros compañeros presentes de la escuela de psicodrama de la compañía de Teatro Espontaneo de Brasil. La asistencia fue prácticamente masiva, cargada del entusiasmo y cansancio que conllevaba el colofón de unos días intensamente vividos en esta experiencia del primer encuentro iberoamericano. Dentro de su coherencia, no había nada preparado. En el grupo se iba instalando un clima de exaltación que generaba una actividad frenética. En un momento dado detuvo la acción y la interacción expresando su malestar con claridad y firmeza. Recuerdo casi textualmente una de sus pocas pero contundentes frases, “no vale todo, esto es sobreactuación y no teatro espontaneo”. Se produjo la reconducción de la situación encauzándose hacia un “proceso co-creador de producción colectiva” del auténtico TEATRO ESPONTANEO. Gracias Moyses por tu legado atemporal que te hace presente.
Elisa Lopez Barberá
HOLA MOYSES, son muchos los momentos que compartí con Elisa y contigo. La experiencia Iberoamericana de Psicodrama fue una creación colectiva, nuestra y de muchas otras personas, que nos enriqueció a todos y que después de 20 años todavía sigue rica y fecunda. Gracias a ella conocía personas como tú, así que la noticia de tu muerte me llenó desolación. Aún recuerdo tu sonrisa, tu mirada afable, tu pelo ensortijado y tu… gabardina. Por encima de todo destacaba tu bonhomía. Junto con Ángela, que fue tu introductora y colaboradora, abriste la AEP al Teatro Espontaneo, tu pasión era la gente y creo que durante un tiempo te dedicaste a la política, seguro que de altos vuelos y no empañada por la corrupción y el engaño que asola tu patria y la mía. Recuerdo un viaje desde Murcia a Madrid, veníamos de un Congreso de la AEP y el encuentro iberoamericano era un sueño conjunto, que se materializó hasta ahora. No había afán de protagonismo sino de intercambio y esta labor que iniciamos unos cuantos, todos como el mismo entusiasmo, ahora prosigue la continuación que hacen muchos otros. Sé que esta creación y recreación continua dibujará una sonrisa en tu rostro, más allá de la muerte y que tu aportación al teatro espontaneo nunca se olvidará. Por eso y por la profunda paz y esperanza que irradiaron los tiempos que estuvimos juntos es por lo que estas líneas están llenas de un profundo afecto que dejan tus cualidades en mi corazón. Sigues vivo en nuestro recuerdo y dejas una profunda huella en todos aquellos que tuvimos la fortuna de conocerte. Un cariñoso abrazo desde España.
José Antonio Espina Barrio M.D.