ANGUSTIA. Parra, M.
Fecha de recepción: 1 de mayo 2018.
Fecha de aprobación: 17 de junio 2018.
LA HOJA DE PSICODRAMA Nº 67 (64-71)
Resumen
Si bien la angustia es un muro -que se puede antojar infranqueable- a nuestro deseo-, el grupo será la batería de espejos que dará la posibilidad de vislumbrar qué hay tras el muro. A través de una viñeta psicodramática, daremos cuenta de la angustia, el deseo y cómo el grupo psicodramático es una posibilidad; una ventana que abre al aire fresco.
Abstract
Although anguish is a wall of which is often perceived as impervious to our desires, the group will give hope by acting as a collection of mirrors allowing us to discover what is behind the wall. Through a psychodramatic vignette, we will be able to apprehend the anguish, the desire, and how the psychodramatic group brings into being brightness and freshness, much like an open window on a sunny day.
ANGUSTIA, el abismo profundo y estrecho
Concepto Vs Afecto
A modo de introducción y siendo como somos analistas, rastrearemos la palabra angustia en un intento imposible de conceptualizar algo que no puede ser conceptualizado, pues la angustia es, como ya Lacan se encargó de decirnos, un afecto, no un concepto.
La palabra latina “angustus” se refiere a un desfiladero o abismo profundo y estrecho (angosto) que había que saltar. La sensación provocada por el hecho de estar junto al vacío, pasó a llamarse, angostus, es decir, angustia. Y de esta manera, cambió de un significado concreto, un lugar físico, a un significado abstracto; una sensación, un afecto. Así podemos empezar a vislumbrar este abstracto de la angustia que es registrado en su propio origen etimológico y que ya desde ahí, nos está contando de lo difícil que puede ser para el sujeto ese salto a través de un abismo profundo que, por puro profundo y cercano a su más íntima intimidad, le es desconocido y cuyo salto significará, como nos señala José Antonio Naranjo, vivir, que no es lo mismo que estar vivo.
Vivir va a suponer que el sujeto no renuncie a su deseo. Por tanto, hablar de angustia es hablar, irremediablemente, de deseo. De todo esto intentaremos dar cuenta a través del caso Desiré.
CASO DESIRÉ.- (Mujer de 62 años. Derivada a Institución Pública por médico de familia para valoración y tratamiento de ansiedad. Tiene arritmias que le han requerido dos Cateterismos. Es atendida en individual y posteriormente se le propone asistencia a grupo de mujer/dolor en la Institución donde se realizan tales grupos..
La posibilidad es el grupo.
Dada la masificación que sufre el centro Público al que acude la paciente, se hace imposible la atención individual y de periodicidad semanal de los pacientes que acuden a este servicio. Es por esto que se decide dar una salida a estos casos con patologías graves. De esta manera, nace el grupo al que asiste la paciente cuyo caso nos servirá, por un lado, para interrogarnos sobre el tema que nos ocupa, la angustia y por otro, para dar testimonio de que siempre hay algo que se puede hacer, incluso cuando aquello con lo contamos no esté exento de carencias importantes. En este caso, lo que hay, es una patología grave y la falta de medios que hace imposible un tratamiento semanal personalizado. Así y con el deseo de ofrecer sustento y acompañamiento a las personas que demandan y necesitan de atención psicológica, se abre grupo de psicodrama con el significante que le dará nombre: mujer y dolor. Grupo que posibilitará que esta atención, ahora grupal, sea, además, semanal. Esto da muestra de que, habitualmente y con más asiduidad de la que podíamos imaginar, en muchos casos hay algo que se puede hacer aún faltando cosas que, a priori, nos resulten insalvables.
Una de esas carencias es la poca información con que contamos pues la paciente inicia en el grupo habiendo acudido solo a dos sesiones individuales y por tanto y cómo podemos suponer la falta es, también, la de palabras. Sin embargo, esto, que será importante, no será prioritario, pues lo prioritario es dar un espacio a que esta palabra sea posible. De una atención individual que iba a ser mensual, se pasa a un espacio que va a ser semanal. Las preguntas que faltan con sus respuestas ya irán viniendo, pues lo más importante, la posibilidad de que se den, ya está en marcha. La posibilidad es el grupo.
Cómo funciona este afecto, que cómo Lacan apunta es una certeza, un afecto que no engaña.
Freud se pregunta, en el texto que se nombra antes por la represión, por el síntoma y por la angustia. Le da muchas vueltas al tema diciéndose y desdiciéndose en más de una ocasión: ¿qué es antes el huevo o la gallina?, ¿qué es antes la represión o la angustia?, es decir, ¿reprimir causa angustia o se siente angustia y por eso se reprime?
En la teoría sobre la angustia de Freud nos encontramos con dos tiempos; el primero corresponde a la primera tesis, como explica Kroitor, al Freud neurólogo, donde nos habla de la idea de que la excitación sexual frustánea produce un incremento de la energía sexual somática que se descarga en forma de angustia; el segundo corresponde al Freud psicoanalista que vuelve a retomar su teoría sobre la angustia con el caso Juanito y es ahí donde, contemplando lo psicológico del sujeto, desarrolla su segunda tesis en donde se desdice de la primera no sin dar varias vueltas antes.
1ª teoría 2ª teoría
Represión – Privación Pulsional Angustia
Luego Luego
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Angustia Represión – Privación pulsional
Es decir, pasa de pensar la angustia como un efecto a entenderla como una causa. Si en su primera teoría la explica como una descarga somática que rebasa el umbral soportable para el organismo, en su segunda tesis, Freud comienza a pensar que la angustia ha de ser más que una simple descarga de excitación somática.
Caso Juanito y replanteamientos.
Con el caso Juanito, el maestro sigue indagando y haciendo descubrimientos sobre la angustia. Algo le pasa a Juanito con su “hace pipí”. La madre amenaza a Juanito con llamar al médico para que le saque su “hace pipí” y Juanito tiene un sueño y algo resignifica la castración; y así el pequeño comienza a creer en la castración. Esta creencia lleva a la angustia. Aquí, Freud todavía no dice que es angustia de castración, lo que dice (y esto es lo importante) es que el amor a la madre tuvo que ser reprimido porque persistía en esta posición, el castigo era la castración, por tanto, lo importante aquí es la represión. ¿Qué se reprime? El amor a la madre, según Freud, no se puede reprimir, lo que se reprime es la idea de “dormir con mamá”.
Según Kroitor (2007), “es la representación ´dormir con mamá´ (el deseo hecho representación), lo que se reprime y toda la libido y el amor que estaba dirigido a la madre es lo que se descarga en forma de angustia. Esta cantidad (este monto de afecto) es la que se transforma en forma de angustia. (…) La represión afecta a la representación que representa a la pulsión, dándole el destino de lo inconsciente, y el monto de afecto, la moción libidinosa, el amor a la madre, la añoranza, se descarga en forma de angustia. Esta cantidad es la que se transforma en angustia.”
Como sabemos, la pulsión no se reprime, pues es imposible, lo que se reprime es el representante de esta pulsión.
De manera, que para Freud allá por 1926, la fórmula de la neurosis era la siguiente:
- .-Incremento de la moción pulsional de carácter incestuoso, que implica el peligro de castración.
- .- El yo registra el peligro de castración y emite la señal de angustia, a fin de señalarlo y prevenirlo.
- .- Ya que de la castración no se puede huir, el yo se defiende del peligro reprimiendo la moción pulsional incestuosa.- Tenemos aquí, el retorno de lo reprimido. Nunca retorna lo mismo que fue reprimido, sino un sustituto desfigurado, que llamamos síntoma. En el caso del pequeño Hans, lo que retorna que es “ser mordido por un caballo”, en lugar de “ser castrado por el padre”. (Kroitor, 2007).
El síntoma, es una sustitución, por ejemplo el caballo, en lugar del padre. O si pensamos en la histeria de conversión, podemos imaginar los dolores de muchas de nuestras pacientes diagnosticadas de fibromialgia, lupus o cualquiera de estas enfermedades que cursan con dolor o con las famosas “fatigas crónicas” que impiden, literalmente, el movimiento y que son la excusa perfecta para no enfrentarse al deseo y a la angustia que este puede provocar. La excusa perfecta para no mantener relaciones sexuales. El dolor de cabeza típico que la mujer utilizaba en las pelis de los 70 para excusar su negación a mantener relaciones con el marido, se ha ido, digamos, refinando, y ahora tenemos la fibromialgia, por ejemplo, como cajón desastre del síntoma.
La represión, es un fenómeno motor que aplica Juanito, por ejemplo, de no salir a la calle para no encontrarse con caballos. En estos casos, se consigue inhibir el movimiento, inmovilizan, por tanto. ¿Qué es lo que no se mueve? La palabra emoción viene del latín emotio, que significa “aquello que te mueve hacia”. La represión actúa “paralizando” o como mínimo limitando el movimiento… se paraliza al deseo y así, la tan temida angustia, permanece a raya. Si no salgo a la calle, evito encontrar aquello que, imagino, va a enfrentarme a mi deseo.
Desiré: una sesión de psicodrama.
Veamos el caso de Desiré y veamos si nos sirve para ver en la práctica cómo hacer con un caso con una patología grave, en donde la información es escasa y en donde jugamos y nos la jugamos, con lo que hay.
“Trastorno de pánico. No puede salir de casa.” Así es cómo comienza a ser recogido el caso de esta paciente en una primera consulta individual antes de asistir al grupo de psicodrama.
“No puede salir de casa”… por tanto, podemos pensar que algo fuera de casa le resulta amenazador, peligroso. Hay algo fuera a lo que teme. Un “algo” que es un externo que se le antoja peligroso. Fuera hay riesgo para Desiré. Sin embargo, el temor de Desiré, digámoslo así, es de Desiré, está en ella pues es ella quién lo siente. Así, también podemos darle la vuelta a esto y decir que si “no puede salir de casa” y la “seguridad” está significada para ella en quedar “dentro” es desde casa, desde dentro pues, desde donde se puede abrir una ventana para que entre el aire y empezar a investigar qué hay “dentro” de Desiré y qué sucede en su intimidad cuando lo externo amenaza con entrar.
Entonces ya hemos ido dando definiciones de la angustia. Es un afecto específico, nos decía Freud; es Un afecto que no engaña, nos dice Lacan y como vemos ya hemos hablado de lo interno y de lo externo, y de eso es de lo que hablamos cuando nos encontramos con la angustia. Lacan le da el nombre de extimidad, para referirse a algo que a la vez es muy exterior y muy interior. Gustavo Kroitor lo explica así:
“…la castración es un peligro exterior muy extraño, un peligro exterior que depende de la pulsión, que depende de un peligro interior, por lo tanto, no es como los otros peligros exteriores, aquellos de los que podemos huir; es un peligro exterior del que no se puede huir, ver otra vez, acá la lógica de la proyección. Porque el peligro de castración, es la proyección del peligro que representa la pulsión. Es ubicar en el exterior la causa de un peligro interior. Y ahora echamos la culpa a la castración. De la castración no se puede huir, está unida a este peligro interior (…) Lacan llama a esto extimidad. (Kroitor, 2007).
Freud tiene el término “Unheimlich”. Heim: familiar; unheim: lo no familiar, algo así como, lo familiar dentro de lo no familiar, lo ajeno dentro de lo familiar y que se nombró como lo siniestro, lo ominoso. Aunque en algo se nos antojan parecidos los términos extimidad y Unheimlich, vamos descubriendo que no son lo mismo, pues aunque la “extimidad” lacaniana también se está refiriendo a los lugares; un externo que tiene mucho de interno, no van a significar lo mismo. Sin embargo, estos conceptos, sin duda relacionados con las angustia, merecen un trabajo de investigación aparte. Aún así remito al lector al texto “Lo ominoso y la mirada, lo real en ´el hombre de arena´”, donde entenderemos algo más la advertencia que nos hace Kroitor (2007) al final de su conferencia “La angustia en la obra de Freud” cuando hablando del Unheimlich nos dice:
“Si esta angustia aparece en la clínica, hagamos todo lo posible por evitar que suceda, si aparece en la clínica, dejamos el celular prendido y les decimos a los pacientes que nos pueden llamar a cualquier hora, en cualquier momento, porque el significante siempre liga. Este tipo de angustia no es señal ante el deseo, es más, nos debe alertar sobre la posibilidad de un pasaje al acto.”
Así también podemos entender a Lacan a través de Soler (2000), cuando nos explica que la angustia es un acontecimiento de Real.
Tendremos por tanto que hablar de castración, que como señala Kroitor, es la proyección del peligro que representa la pulsión. Y también de pulsión de la que hablaremos muy brevemente sirviéndonos de la definición de ella que dan Laplanche y Pontalis(1967):
“Proceso dinámico consistente en un empuje (carga energética, factor de motilidad) que hace tender al organismo hacia un fin. Según Freud, una pulsión tiene su fuente en una excitación corporal (estado de tensión); su fin es suprimir el estado de tensión que reina en la fuente pulsional; gracias al objeto, la pulsión puede alcanzar su fin. “
Entonces nos preguntaremos por lo paradójico de la pulsión, que es generada por el organismo para librarnos de un estado de tensión y acaba siendo, por la proyección del peligro que representa, lo que provoca una huida ciega que desemboca en angustia o en fobia.
Y ahora, ¿de qué se huye? De la angustia de la castración que, según Freud y en el caso de la mujer, no existe, pues ella no tiene nada que perder ya que no tiene un “hace pipí” que pueda ser arrebatado; para la mujer, entonces, la angustia de castración es una angustia frente al peligro de perder el amor de objeto; el peligro es que no la quieran. O precisamente, lo contrario, ser querida…y esta es la angustia. Y como algo del deseo queda atrapado en esa angustia de castración, podemos pensar que, en definitiva, es de eso de lo que se huye, del deseo, de la felicidad, si queremos, que da el derecho de desear ser válida para ser querida, también por una misma. El acceso a la verdad del deseo de la paciente, le va a dar, como veremos, felicidad o como mínimo, alegría.
Visto esto podemos entender que cuando Desiré no quiere salir a la calle lo que puede estar sucediendo es lo que Freud (1926) explica así: “el enfermo de agorafobia impone a su Yo una limitación para huir de un peligro provocado por su instinto. Este peligro es la tentación de ceder a sus deseos eróticos, con lo cual correría, como en la infancia, el peligro de castración u otro análogo”.
Desiré, durante los grupos, quiere y teme contar algo, pero sin embargo, nos dice: “Si yo os contara, pero no os voy a contar porque si os cuento, os vais a reír.”. De hecho, ella misma se ríe mientras habla. ¿Qué es eso que no dice? Las compañeras también se ríen y si hay algo que las hace reír, son las referencias a lo sexual. En otro momento, la paciente contará cómo “huye” de las relaciones sexuales que su marido le propone. Huye tanto, que acaba cayéndose de la cama en la huida mientras se aparta de su marido, intentando evitar el contacto de los cuerpos que pueda provocar otro intento de su pareja de mantener relaciones. Desiré deja caer – cayendo ella literalmente de la cama- que su marido no la pone, que no tiene deseo por él.
Entonces podemos hacer interpretaciones desde estas palabras que nos regala nuestra protagonista. ¿Qué teme con tanto miedo encontrar fuera Desiré que le da pánico y tanto miedo salir de casa? ¿Podemos relacionar esto con el no deseo que siente por su marido y con la huida de él que la llega a llevar a caer de la cama y hacerse daño en la caída? Podemos pensar quizá, que quién evita la tentación, evita el peligro. Y que el peligro está en salir y encontrar algo o alguien que cause este deseo que, de encontrarlo pueda llevarla a tanta angustia que, ante ese riesgo, el de enfrentar su deseo, la represión de la representación siquiera de ese deseo sea considerado por su inconsciente, un daño menor. Si no desea, no hay riesgo de castración. Las palabras que faltan son muchas: ¿qué lugares le dan miedo de ese externo amenazador?; ¿qué calles?; ¿qué plazas?, etc…quizá y en esas palabras que no están se encuentre el fantasma de huir o el de encontrarse con otra cosa que avive su deseo.
Falta, pero se puede hacer con lo que sí tenemos.
Nos volveremos a remitir al maestro Freud (1926) cuando escribe en el capítulo IX de “Inhibición, síntoma y angustia”: “sólo nos queda por examinar las relaciones entre la formación de síntomas y el desarrollo de angustia.” Freud valoraba dos opiniones:” una de ellas ve en la angustia misma, un síntoma de la neurosis; la otra cree en la existencia de un relación más íntima entre ambas. Según ella, toda formación de síntomas es emprendida con el solo y único fin de eludir la angustia. (…) más habiendo referido nosotros el desarrollo de la angustia a la situación peligrosa, preferimos decir que los síntomas son creados para librar al Yo de tal situación. Si la formación de síntomas es impedida, surge realmente el peligro. (…) así pues, la formación de síntomas logra realmente el resultado de suprimir la situación peligrosa.”
El síntoma, por tanto, es un riesgo menor…sin embargo, Desiré ya ha sufrido dos cateterismos. ¿Es un riesgo menor cuando el riesgo mismo, es la propia vida? Nuestro trabajo será pues y contando con lo que tenemos, que en este caso y como hemos referido es la falta de palabras, ir dando luz al síntoma, rastrearlo, tirar del hilo que nos lleva a otros significantes y en este caso concreto a una escena en particular que da muestras de muchas cosas: algunas a las que podemos dar sentido e interpretación y otras que quedarán del lado del sinsentido, de aquello cercano a lo real y donde el lenguaje no ha llegado a dar significación; un registro indescifrable, dirá Lacan. Y es que no todo está atravesado por el lenguaje. A este sin sentido le damos recogida en una sesión llamándolo “lo mágico”. Mágico porque, aún faltando palabras, el cuerpo participa, actúa y se produce “un movimiento hacia”. El hacia dónde moverá nuestra paciente solo ella lo sabe, esa es otra incógnita que seguiremos investigando. Lo relevante entonces será que el cuerpo es tocado, ya no solo por el síntoma que lo enferma, sino por la escena que lo activa y hace, que por un momento “mágico”, la paciente se olvide de este síntoma y se aventure en otros registros suyos, lejanos pero no inexistentes, como veremos.
La Escena: en el auto de papá.
La escena que tendrá de protagonista a Pepa será la que dé título a la sesión: EN EL AUTO DE PAPA. El viajar es un placer que nos suele suceder…dice la canción, pero, ¿nos suele suceder?
Desiré cuenta cómo disfrutaba mientras cosía una cortina y cómo se decía a sí misma que ella no podía estar tan a gusto. Empezará a mostrar así su dificultad para el placer y dará inicio a la preciosa escena que vendrá más tarde. Ni siquiera algo tan sencillo y trivial cómo coser se lo permite la paciente sin cuestionárselo: “Yo no puedo estar tan a gusto”. Desiré está a gusto, disfruta, pero se niega a sí misma ese placer. Por tanto, no es que no pueda, pues si puede: ella está, en presente, a gusto mientras cose; es, más bien, otro verbo el que se pone en juego: es más bien que no debe. ¿Por qué no? ¿Cuál es el motivo por el que no debe Desiré disfrutar siquiera de coser una cortina? ¿De dónde surge este decreto que, ahora, es ella quién se autoimpone?
Así vuelve a hablar Desiré para relatar una escena en la que viaja en autobús con sus padres y hermana. Es un viaje lúdico en grupo con gente del pueblo. Sin embargo, y a pesar de ser lúdico, el padre de la paciente hará una advertencia a las hijas: que no hagan palmas ni canten en el autobús aunque lo hagan los demás pues eso, les dice, es de gentuza.
En la representación de la escena, la paciente en el lugar de la niña Desiré, sigue los mandatos del padre y se queda quieta mientras la gente en el autobús canta, hace palmas y se divierte. Desiré mira, apenas sin moverse, con los ojos muy abiertos y el cuerpo muy quieto. Pero luego, en el cambio de rol, se coloca en el papel de padre y sucede algo maravillosamente espontáneo y Desiré, que llevaba unos días con las pulsaciones a 125, se arranca a palmear y cantar. Esta vez Desiré se une a las gentes del autobús para celebrar el viaje y canta y hace palmas. El deseo sale a borbotones y es una niña jugando sin restricciones que, además, no solo se lo permite en el papel del padre sino que también al volver a su sitio, al de la niña Desiré, sigue palmeando y cantando mientras todo el autobús la jalea. Se produce aquí, algo que se escapa a las palabras; todas reímos, incluidas las terapeutas. Y el momento se alarga, pues la escena termina y las mujeres siguen durante unos momentos, riendo a carcajadas. También Desiré, que parece darle salida a algo que lleva tiempo aletargado y dormido; ella, ya en su silla en el círculo, sigue riendo. Hay alegría en la sala, una alegría tan real, tan auténtica, que empapa y rezuma al mismo tiempo. Es un momento especialmente bonito…y el viajar se convierte en un placer, que hoy si, nos suele suceder. Sabemos que el hoy cuenta y lo confirmamos durante las siguientes semanas, ya que las pulsaciones y arritmias de Desiré están normalizadas.
Se le devuelve a Desiré que tiene un deseo tan bonito e inocente que se le escapa en cuanto hay ocasión.
Esta escena produce un momento que se nos antoja mágico y que, más allá de las palabras, deja algo en las pacientes que cala en el cuerpo; un saber del disfrute tan espontáneo y juguetón como la propia Desiré se muestra. Ellas, que son puro síntoma y goce, PUEDEN disfrutar, pueden abrir, poco a poco, al placer. Nos damos cuenta de que la experiencia no necesita de muchas explicaciones. Ha sucedido algo que ha movido a todas.
Desiré sigue el decreto de un padre castrador y gozoso; padre de la histérica por antonomasia. Ella da señales en la primera sesión individual:”Tengo miedo por si me da un infarto. Me vienen a la cabeza cosas que me han pasado…, cosas de pequeña que las quieres olvidar.” Quizá esta escena fuera una de esas cosas de pequeña que Desiré quería olvidar y ha escondido bajo un manto de síntomas y quizá, ahora, esta “cosa” pase a ser recordada por la resignificación que le dio esta sesión de psicodrama y por el deseo que, en vez de ser sancionado y castrado, pudo mostrarse y más aún, compartirse. Tal vez, también, cuando Desiré cosa una cortina y disfrute con ello, no sienta la necesidad de evitar el riesgo y la angustia que le causa su placer con una arritmia que la lleve a su tercer cateterismo…pero esto, ya es un deseo de la terapeuta.
Colette Soler(2000-2001) en “Declinaciones de la angustia” nos cuenta sobre el esquema que de la angustia hace Lacan: “…el esquematismo más satisfactorio para situar el lugar de la angustia, es la intersección entre el Otro y el sujeto, es el lugar de intersección que Lacan sitúa como el espacio donde el vacío del Otro y el vacío del sujeto se recubren. ¿Por qué decimos que este lugar está vacío? Porque está vacío de significantes. (…). Es exactamente el lugar de la angustia, donde el sujeto busca responder a la pregunta de su ser interrogando su lugar en la falta del Otro, su importancia en la falta del Otro.”
La angustia aparecerá, por tanto: angustia por la impotencia de saber, pues no hay manera de saber lo que quiere ni el sujeto en cuestión ni el Otro y angustia también por todo lo contrario: POR LA INMINENCIA DE LA RESPUESTA POSIBLE. Y esto, es decir, la posibilidad misma de saber del propio deseo da mucho miedo y nos pone delante de un abismo que, si bien ya no es ni tan profundo ni tan angosto, nos enfrenta a hacernos responsables de nuestra propia subjetividad, de nuestro deseo y de las posibilidades que el descubrimiento acarrea.
Al fin y al cabo, esto del psicodrama viene a ser una llamada al deseo y a vida. Así lo entiendo yo. Mercé en su canción , Aire, nos cuenta de esta llamada:
Abre la ventana, que avive la mañana al cuarto y la cocina
Aire, aire, aire pasa, aire nuevo, aire fresco, pa`la casa.
Aire, aire, pasa, pasa, que tenga la puerta abierta la alegría pa´la casa.
Pero tener la puerta abierta y dejar que el aire entre y salga, tiene sus costes y no está exento de angustia…la ganancia es la alegría pa´la casa y la escena de Desiré da muestras de ello. El valor para enfrentar el deseo y el miedo que este provoca, son, por lo que parece, cuestiones que habrá que sobrellevar si el sujeto se decide por la alegría, por la vida, por vivir más allá de estar vivo.
“¿Qué soy yo en mi deseo y en mi ser?” plantea Lacan y Ferenczi apunta que la angustia no concierne al tener, sino al ser.
SER vivo, no solo tener vida.
Referencias/Bibliografía
- Freud, S. (1934). Inhibición, síntoma y angustia. Madrid, España. Ed. Biblioteca Nueva.
- Freud, S.(1934). Las neurosis de defensa y otros ensayos. Madrid, España. Ed. Biblioteca Nueva.
- Kroitor, G. ( junio,2007). Conferencia: La angustia en la obra de Sigmund Freud. Recuperado: www.psicoestudio.com.ar-angustia.
- Laplanche, J. y Pontalis J-B. (1993). Diccionario de Psicoanálisis. Buenos Aires, Argentina. Ed. Paidós.
- Soler, C. (2000-2001). Declinaciones de la angustia. España. Impresión: Publidisa. Distribución: Librería Xoroi.
- Galeano Arias, F. (junio, 2009). Lo ominoso y la mirada, lo Real en “El hombre de Arena”. Affectio Societatis Nº 10. Recuperado: http://antares. udea . edu.co/-psicoan/affectiopresentacion.htm
Audios:
- Naranjo, J.A. (abril, 2009). Desangustiar por el psicoanálisis. Recuperado: ioox.com/63515.
- Bassols, M. (abril, 2012). Recuperado: ivoox.com/1154667
- Mercé, J. (2000). Aire, del álbum Aire. Recuperado: https://m.youtube.com.